La preocupación se palpa en Alemania. Desde el comienzo del año 2024 el gobierno alemán va de sobresalto en sobresalto y de momento no se ve un final a corto plazo.
La coalición tripartita entre los Socialdemócratas (SPD), los Verdes y los Liberales, que gobiernan desde hace 3 años en Alemania, no está sabiendo encontrar el tono y las medidas para tranquilizar a su población.
Tres son los temas que preocupan: la emigración descontrolada, la guerra en Ucrania y la subida en las encuestas de la extrema derecha. Estos aspectos están haciendo que el clima de tranquilidad social que se respiraba en Alemania, de momento, se vea amenazado y un halo de miedo e inseguridad va contagiando el ambiente.
Desde hace semanas las multitudes en Alemania se han echado a la calle, y tanto en ciudades grandes como pequeñas, la masa ha protestado contra la extrema derecha y el miedo a sus políticas raciales. Las encuestas dan una subida espectacular al partido AFD (Alternativa para Alemania). Pero el detonante de las protestas, ha sido una reunión de sus líderes, que se filtró a los medios, en la que se habló abiertamente de la expulsión de los extranjeros del territorio alemán y de un cambio total en las políticas migratorias.
Con todo esto, el ambiente se ha caldeado enormemente y los alemanes han dicho hasta aquí.
El alemán medio, que es consciente de su herencia histórica y política, ha estallado y considera inaceptable que se pueda hablar de expulsión (AFD lo llama "remigración") de manera tan frívola. Son millones de extranjeros los que quiere el partido de extrema derecha devolver a sus países de origen. Pero volver a poner en el tablero de la política la expulsión de extranjeros es un tema que enerva a la mayoría.
De momento este partido no gobierna, pero las encuestas en las próximas elecciones regionales en Sajonia, Brandeburgo y Turingia, que serán el próximo septiembre, le dan como ganador. En los últimos sondeos AFD ganaría con un 33,3% frente a un 20% de la CDU (partido Conservador) y un 7,4% de los Socialdemócratas.
Si la extrema derecha ganase, en estas tres regiones las políticas migratorias darían un giro radical, y esas políticas colisionarían con las del gobierno tripartito que, de momento, no cree que tenga que poner freno a las entradas masivas de emigrantes.
Gran parte de la población no está ya tan segura de que el Gobierno deba seguir con las políticas de bienvenida que instauró Angela Merkel en 2015. Pero de ahí a la expulsión hay un gran trecho.
En la última encuesta del Instituto Allensbach encargada por Centro de Estrategia y Alta Dirección, salió a la luz que el 60% de los alemanes dijo no sentir ninguna confianza con la política migratoria llevada por el Gobierno. Incluso los votantes de los partidos gobernantes, ahora mismo, dijeron estar en contra de estas políticas.
Gran parte del descontento viene del aumento de la criminalidad en Alemania. El 48% de los encuestados cree que esta se debe a la entrada masiva de extranjeros.
Otro dato importante que no convence a la mayoría es que sólo la mitad de los refugiados que llegaron el 2015 son ahora mismo activos laboralmente. El resto vive de los Servicios Sociales, que les financia el 100% de su día a día. De estos, el 70% tiene empleos simples, el 4% estudia en la Universidad, el 6% ha conseguido trabajos técnicos más complicados y un 30% ha terminado la escuela o una formación profesional.
Las políticas de integración no son lo exitosas que deberían ser para conseguir que el refugiado logre integrarse y sea independiente. Hay tantas ayudas que prefieren trabajar el mínimo y seguir dependiendo del Estado. Esto conlleva que los gastos sociales para refugiados subieron en 2022 un 52%, llegando la cifra a 6.500 millones de euros. Esta política permisiva y derrochadora permite que el refugiado viva sin necesidad de trabajar, y esto está creando un caldo de cultivo que no resulta beneficioso para nadie.
La guerra en Ucrania es otro de los factores que tiene a Alemania en vilo. Es el país después de EEUU que más material bélico manda a Ucrania. Los debates en el Parlamento alemán sobre el envío de ayuda militar son constantes, los ucranianos piden más y armas más potentes para poder derrotar a Putin.
El Gobierno da una de cal y otra de arena. Temen la respuesta de Putin y mientras tanto se debate si se mandan o no a Ucrania cohetes de larga distancia Taurus, difíciles de manejar por manos inexpertas, que podrían llegar a Moscú.
De momento el Gobierno se opone. Alemania lidera en Europa la ayuda a Ucrania, pero al contrario que Francia no considera que tenga que involucrar a su ejército mandándolo a países vecinos con Ucrania. Es seguro que esto enfurecería a Putin, y Berlín está demasiado cerca y a tiro de los misiles rusos. El miedo a un ataque es latente y la pregunta qué harías ante un ataque de Putin está constantemente en el aire.