Opinión

Te alabamos Puigdemont

Carles Puigdemont, durante la declaración institucional, el miércoles desde el salón Mare de Déu de Montserrat del Palau de la Generalitat.

Carles Puigdemont, durante la declaración institucional, el miércoles desde el salón Mare de Déu de Montserrat del Palau de la Generalitat. EFE

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Educado en el respeto al sistema de valores que el catolicismo incrusta en nuestra sociedad, asisto escandalizado al uso criminal que los ministros de su fe en Cataluña realizan en favor de un incumplimiento de la ley. Ley que, por otro lado, les protege y permite que se respeten sus opiniones aunque algunas rozan el ridículo parabólico.

La Iglesia, (y no digo la fe cristiana), suele experimentar una afinidad que es inversamente proporcional al grado de desarrollo económico y cultural de la sociedad en la que se ubica. Esta ecuación siempre ha funcionado: a más ignorancia, más fe y, por ende, más clero.

La imagen de ciudadanos vulnerando órdenes judiciales en la sacristía de un templo cristiano, (sí, de esos que no pagan Ibi), mientras el cura amenizaba el trabajo de recuento con un sermón y cánticos de coro inunda mi psique hasta crear un manto de decepción capaz de extirpar la fe inoculada desde mi infancia.

La Iglesia, como institución gubernativa económicamente sostenida y sostenible, siempre ha estado vinculada a los movimientos políticos que le permitían existir, ello quizás sea excusa no absolutoria para que pastores de la iglesia catalana se posicionen abiertamente a favor del incumplimiento de la legalidad y hasta inunden de mensajes políticos la fe que propagan entre su rebaño. “Palabra de Dios-te alabamos Puigdemont”

Ya no me sirve, no creo en una fe política, como tampoco creo en una política devota.