Opinión

El proceso catalán dificulta la solución de problemas globales

Varios inmigrantes en un asalto a la valla de Melilla.

Varios inmigrantes en un asalto a la valla de Melilla.

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El pasado siete de agosto, 187 inmigrantes subsaharianos lograron cruzar, a la carrera, el paso fronterizo del Tarajal, en la ciudad autónoma de Ceuta, sin que los agentes de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado español pudieran detenerles.

Es uno más de los incidentes en la frontera de un país desarrollado, similares a los que suceden en las fronteras de Turquía, Grecia, Italia, EE.UU. con las masas de personas que, huyendo de la muerte y la miseria, intentan desplazarse a otras zonas donde consideran que mejorarán sus condiciones vitales.

El problema no es nuevo ya que históricamente se han constatado grandes movimientos de personas huyendo de la muerte y la miseria, desde las migraciones germánicas entre los siglos IV a VI desplazándose tanto en busca de zonas de climatología más benigna como huyendo de la presión de otros pueblos, principalmente los hunos; hasta las continuas emigraciones de colonización del territorio americano después de su descubrimiento formadas por personas de distintos países (españoles, italianos, irlandeses, chinos, alemanes, etc.) que buscaban huir de la miseria, demuestran que los grandes movimientos de personas no es un hecho novedoso.

Y continuarán en el futuro a corto y medio plazo ya que no es un asunto que se pueda resolver de forma unilateral con medidas sociales exclusivamente nacionales. Todos los países desarrollados tienen una capacidad limitada de atención a un volumen de población y una vez superada esa cantidad de población, el nivel de vida se empeorará hasta llegar a un punto que será el origen de enfrentamientos internos y conflictividad social. Esto daría como resultado que ese país se convierta en un nueva fuente de personas en busca de una vida mejor; tal como está pasando en Venezuela según se ha ido reduciendo su calidad de vida.

Este es un problema que afecta históricamente y globalmente a la civilización mundial. Y no es el único ya que el cambio climático, el consumo de los recursos naturales, el aumento de población, etc. son otras muchas problemáticas que tienen una dimensión global y que no se pueden solucionar desde una perspectiva nacional.

Para solucionar estos problemas globales es necesario disponer de unas organizaciones que tengan capacidades ejecutivas globales que permitan tomar medidas a nivel global sin las limitaciones propias de los intereses nacionalistas o soberanistas.

La ONU fue un intento de caminar en esa dirección pero su forma de actuación en una especie de parlamento global con participación de todas las naciones y con unos poderos stakeholders en forma de grandes potencias hicieron que su eficacia real fuera limitada. En los últimos años su prestigio y capacidad de influencia internacional es muy reducida debido a los casos de corrupción interna originada principalmente por el ingreso de personal por cuotas de los distintos países y no por cualificación profesional.

Pero siendo la ONU un caso de éxito relativo, lo que no se puede considerar es que la necesidad de una organización de ámbito global ha dejado de existir. A nivel mundial seguimos teniendo necesidad de una organización que tenga capacidades ejecutivas globales para enfrentarse a problemas globales y para establecer políticas a nivel global.

En España es importante resaltar esta consideración porque nuestras fuerzas políticas se encuentran actualmente en el debate sobre un proceso disgregador del territorio español empezando en Cataluña y sin saber dónde finalizará (Euzkadi, Galicia, Baleares, etc.). El error de nuestras fuerzas políticas es no ser capaces de difundir que el camino de la disgregación territorial no es nuevo históricamente, ya se probó en la desaparición del califato andalusí y la creación de los reinos de taifas en el siglo XI y el resultado fue una mayor desigualdad de la calidad de vida de los ciudadanos respecto a la etapa del califato, no es el camino correcto para solucionar los problemas de un mundo globalizado.

Las fuerzas políticas, principalmente las liberales, que son actualmente las únicas que pueden desprenderse de los complejos nacionalistas, deben impulsar un proyecto político integrador del territorio español en su conjunto como paso previo a un proyecto integrador europeo (los Estados Unidos de Europa) que permita al viejo continente ser una actor principal en la esfera internacional a nivel político y económico. Y desde Europa influir en el resto de los grandes actores internacionales para avanzar en un proyecto integrador a nivel global que corrija los errores cometidos en la ONU.

El efecto mariposa viene de un antiguo proverbio chino que dice: “El leve aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo”. Dicho efecto mariposa es aplicable al proceso de disgregación en Cataluña ya que su consolidación dificultará la resolución de los problemas a nivel global.