Opinión

¿En qué nos estamos convirtiendo?

Un hombre mira el móvil.

Un hombre mira el móvil. CG

  1. Opinión
  2. Blog del suscriptor

Ya no tenemos paciencia para nada, no esperamos más que lo que nos pueda dar nuestro smartphone que día a día nos mantiene informados de lo que ocurre a nuestro alrededor, convertirnos en cotillas digitales que pocas veces sacan buenas palabras de nuestra boca hacia el otro.

Ya no vemos nada más que lo fácil, ¿conocer a personas extrañas, ir a pasear por la orilla del mar ya en la madrugada, quedar estupefacto con el paisaje que nos rodea? Estás loco, te dirán, pensarán. Lo cierto, es que es un tanto extraño, ¿por qué complicarnos la vida cuando ya todo es tan fácil? ¿Por qué hablar con extraños? ¿Para qué? Puede que la gente crea que hablar por una red social sea cual sea esa red es como conocer a la persona, pero lo cierto es que la hace más misteriosa, aún más extraña, puede ser quien quiera o crea, nada de lo que es en realidad. Yo prefiero el trato de tú a tú.

¿Qué se esconde tras esa coraza? Un sinfín de me gusta, de me encanta, de mirar y mirar la pantalla perdiendo la vista a ese amanecer tan precioso, enclaustrados en nuestros cascos de música sin oír el sonido del mar… ¿Qué nos ha pasado? No nos importa lo que ocurre en el mundo, es así, es realidad, estamos tan ocupados con nuestra ceguera que no queremos ver, no nos importa aprender de alguien que luchó tanto para conseguir ser feliz, que pasó batallas, guerras y sentencias pero no vemos a esas personas, no queremos.

¿Cuando alguien marcha, que ocurre? Lo convertimos en algo frío, en algo sin importancia, no importa nada, pasa tu duelo, son las mismas palabras de siempre.

Frívolo y hasta odioso se convierte ese comportamiento, lo que necesites, te dirán, y eso que necesitas se supone que es salir de fiesta, beber y “vivir la vida” de la manera en que te digan vivir esa vida, si no, se supone que no la estás viviendo. ¿No hay lucha en las relaciones? No la hay, es fácil convertirse a lo cómodo, es fácil que te enamores de alguien que vive en tu misma zona, en tu mismo barrio, en tu mismo trabajo…

Pero no hay ese ápice de emoción que es intentar algo que cuesta trabajo y que tendrá una recompensa inimaginable, no hay esa ilusión de enganchar a esa persona que te llamó la atención, te sorprendió, te enamoró, desde aquel momento en que le viste, y luchar cual caballero medieval, cuál Richard Gere marcando a su Julia Roberts, como cuando aquel hombre tenía que vestirse con una camisa metida por dentro del pantalón, muy hortera, horrorosa, no sabía bailar los éxitos del momento, no se metía en el papel de mover el cuerpo al son de Into the groove pero aún así, salía de guateque, hacia un ridículo espantoso en la pista de baile, intentando imitar aquel baile monótono ochentero que consistía en dos pasos, siempre igual, sabía que ese pelo cardado que le había gustado iba a mirar hacia a él aunque fuera arrítmico absoluto.

¿Suena cursi, verdad? Lo es, puede que demasiado, pero esa soy yo, disfrazada de una mujer fatal, convertida en lo que los demás quieran pensar, cuanto más picante mejor. Me pongo la coraza, en todos los sentidos, la protección en todo aquello que me puede golpear, que piensen que soy una mujer dura, una devora hombres, alguien chunga por vivir en un barrio castizo y con la delincuencia más alta de Madrid.

En eso nos convertimos todos, un personaje inventado para que pocos sean los que en realidad conocen lo auténtico, es miedo, es huir de todo lo que nos hizo mal, de no querer sufrir como lo hicimos en el pasado, de no querer volver a pasar algo que no sirvió para nada, sólo para que alguna persona más sepa cosas de ti, se las lleve, tu historia, tu vida, alguien que se lleva recuerdos e historias, sólo tuyas, y ¿para qué?Para nada, fue una pérdida de tiempo, pero ya se lleva algo que no se puede pagar con dinero, se lleva tu vida, lo que contaste y confiaste, eso nos hace muy vulnerables, alguien por ahí que no volveríamos a ver, lo sabe, no todo al 100%, pero muchas cosas que viviste o te pasaron, claro que las sabe, por eso la coraza se hace más y más grande, frivolidad y esconderse tras un móvil creemos que nos hacen más fuertes, más seguros y por supuesto más fácil.

Tampoco sentimos una felicidad más allá de lo que pueda ser nuestro alrededor más material, no disfrutamos con algo que no cuesta, que no vale dinero, que te lo da la propia vida. Siempre tan agarrados, ver pasar oportunidades y nosotros sentados en un sofá. Ver pasar penurias y hambre, ¿de verdad nos importan aquellos? No nos importa, tenemos tantos problemas que sólo nos queda tiempo para una mirada triste y seguir caminando. ¿En qué nos estamos convirtiendo?