Academia de Cine de España

Patriotismo

El director español, Juan Antonio Bayona, durante un rodaje.

El director español, Juan Antonio Bayona, durante un rodaje.

Suscribo de cabo a rabo la entrada de Juan Luis Calbarro de 12 de julio en este blog titulada Cine español y patriotismo. Su contenido se corresponde al cien por cien con el título: contra lo que es normal en otros países, el cine español en su negociado histórico se recrea en los aspectos obscuros y rechazables; se diría que busca denigrar en vez de emocionar, la fealdad en lugar de la belleza propia del arte. La conclusión es inapelable: los autores pueden hacer lo que quieran, pero el público también, incluido negarse a ver sus películas. Es lo que hace la gran mayoría, apostillo yo.

El señor Calbarro trae a colación mi entrada de 6 de julio en el mismo blog titulada Ardor guerrero y escribe que publiqué la entrada sobre la película Los últimos de Filipinas de Salvador Calvo, a cuenta del aniversario de la rendición del destacamento español de Baler, el 2 de junio de 1899, once meses después de la capitulación de España ante los Estados Unidos.

En realidad la película no pasaba de ser una referencia. El meollo de la entrada era lo poco que valoramos los españoles lo que debiera enorgullecernos, lo que nos hace serlo. El cine era el vehículo para presentarlo. Pero por todos los caminos se llega a Roma y a Roma llegamos el señor Calbarro y yo, cada uno por el nuestro.

Así es que, insisto, en lo del cine completa sintonía: el cine, cine es y los autores son libres de poner su obra en pro de sus objetivos concretos, sean de la índole que sean: comerciales, económicos, sociales, históricos, políticos… Sin embargo, lo que tendrían que hacerse mirar en esa industria es por qué en demasiados casos la opción es poner el foco en lo cutre, lo vergonzoso, lo denigrante, a veces con tergiversaciones o simplemente inventándolo.

Están en su derecho también los productores al asumirlo. Como lo estamos los espectadores en no sentirnos atraídos por sus historias y muchos contribuyentes en pensar que las millonarias subvenciones de las que disfrutan nos parezcan expolios (en su acepción de despojo con iniquidad).

Volviendo a mi anterior entrada, no me cabe duda de que lo que falta en España es patriotismo. Patriotismo viene de patria y patria de padre y en Las Batuecas, muchos de toda condición, no solo los cineastas, reniegan hasta de su padre.