Cataluña

Santiago Rusiñol: la sensibilidad pictórica de la naturaleza contenida

MUSEU MODERNISME CATALÀ - Expo JARDINES DE ESPAÑA.

MUSEU MODERNISME CATALÀ - Expo JARDINES DE ESPAÑA.

Una de las primeras mañanas del otoño de 1923.

Estoy sentado en un banco de mi jardín de Mentón.

Árboles, estanques, arbustos floridos, pájaros y peces parecen esta mañana completamente distintos a los que veo diariamente (…) Luego, cuando las emociones nos empequeñecen y necesitamos consejo y auxilio, este mundo familiar y al mismo tiempo extraño, nos devuelve de golpe el préstamo que le hicimos día a día…

Estas primeras frases proceden de la pluma de Vicente Blasco Ibáñez, y de su libro La vuelta al mundo de un novelista, publicada a principios de los años 20. Una de las novelas más desconocidas del autor valenciano, y cuyo principio alude al agradable y a la vez misterioso entorno de su jardín, algo que Santiago Rusiñol, coetáneo del escritor, supo captar y plasmar en los magníficos lienzos que el Museo del Modernisme Català exhibe en la muestra, Jardines de España, dedicada completamente a este ámbito específico del pintor.

Según indica la nota de prensa, la exposición gira en torno a cuatro bloques temáticos: el álbum Jardines de España, la luz, el agua y la arquitectura de jardines. El discurso se centra en la comparativa artística y paisajística entre los diferentes jardines de poblaciones diversas de la península, que el artista pintó a lo largo de su vida.

Si bien este es el aspecto técnico, necesario para comprender el planteamiento de la muestra y tener datos concretos de la misma, el visitante debe transformarse en viajero contemplativo, y recorrer la geografía española a través de los jardines de Santiago Rusiñol, (1861-1931), pintor, escritor y dramaturgo, pero sobre todo, bon vivant, algo que pudo llevar a término gracias a pertenecer a una familia de industriales textiles catalanes.

En 1903 Santiago Rusiñol creó el álbum Jardines de España, una compilación de 40 láminas de sus cuadros que seleccionó él mismo uno a uno, incluyendo poemas de autores como M. Machado, E. Marquina, J. Alcover, R. Pérez de Ayala, Juan R. Jiménez, M. Costa y Llobera, A. Mestres o J. Maragall, entre otros. Esta temática fascinó al pintor y se complementa con el lirismo de palabras poéticas: jardines que son las reliquias de un mundo de grandeza, espacios de imaginación y de evasión.

Al texto extraído nuevamente de la nota de prensa, se hace necesario añadir como referencia a sus jardines de España, que son su vertiente más conocida a nivel popular, resultando un contraste absoluto con su bohemia personalidad. Se aprecia una sensibilidad exquisita a través de una pincelada minuciosa, precisa, ágil e inspiradora. La gama cromática está plagada de contrastes, a pesar de ser el verde y sus derivados el denominador común. Jardines, patios, paseos, fuentes o pequeños lagos forman parte de un mundo mágico y embriagador que emociona al espectador sensible.

Rusiñol.

Rusiñol.

La obra de Rusiñol eleva el silencio a la sublimación de la quietud. En sus jardines jamás aparece la figura humana, con la única excepción de la pieza: Passeig solitari. Hort del duc de Gor (Granada-1898), siendo el personaje un sacerdote. Son entornos bellos, plácidos y placenteros, llenos de luz y de alegría, pero también de vida y de muerte; tal el fluir de aguas de fuentes y surtidores en contraste con las aguas estancadas de pequeños lagos, artísticos lavadores o conmovedores estanques, donde la Naturaleza, a pesar de estar dominada, intenta siempre desatarse y fluir hermosa y exuberante.

Los jardines de Rusiñol casi siempre están planteados compositivamente desde un mismo punto de vista, y siempre buscando puntos de fuga y simetría. Era su técnica particular que le permitía explayarse en detalles y pormenores casi cercanos al delirio pictórico.

Interesante también hacer mención de: Jardí de Monforte II y Jardí de Monforte IV (Valencia, 1912 y 1917 respectivamente). La diferencia de tiempo apenas ha modificado la estructura del jardín, pero el contraste lumínico entre el atardecer y la mañana es abrumador e impactante. Rusiñol sabía dominar el pincel, pero también era experto en la aplicación de los tonos equilibrados para destacar la luminosidad o las sombras de un jardín.

Si, tal como se ha comentado, el verde impera, también se dejan ver algunas flores: L’emperrat (Aranjuez-1914), una hermosa y vital rosaleda, llena de luz y calidez, de magnificencia floral y de alma de artista. Una obra técnicamente muy depurada, con un preciso cuidado de los detalles.

La exposición presenta el último cuadro de Rusiñol, inacabado, y según comentó Gemma Losa, directora del MMCAT, sus últimas palabras fueron: Traedme el cuadro y los pinceles. Acto seguido, falleció.

Serían muchos los jardines a comentar, incluyendo el hecho de los marcos que adornan muchas de las obras exhibidas, y que completan y embellecen cada uno de los jardines. Pero debe ser el lector quien decida visitar la muestra y acercarse el mundo más poético y sin ningún género de dudas, romántico de Santiago Rusiñol, quien como escritor y en general en su vida, exhibió siempre un peculiar sentido del humor, de la aventura y de la bohemia, pero también ocultaba en su interior la búsqueda de un ideal, sin obviar un deseo de alejamiento del ser humano.