Opinión

Un héroe llamado Javi

Javi posa en una de las motos que lo visitaron.

Javi posa en una de las motos que lo visitaron. Cedida

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Los fines de semana nos cruzamos en las carreteras motos y moteros. De un lado a otro con más amigos o en solitario, levantamos los dedos en V a modo de saludo. Las criaturas moteras somos solidarias por definición, a diferencia de lateros y ballenas, cuyo odio al resto del mundo es insuperable. Tiempo atrás me enfadaba mucho cuando trataba de evitar los objetos -o restos orgánicos- lanzados desde ventanillas de vehículos carrozados. Desde el sábado ya no me enfado.

Unos meses atrás estuve preguntando a un amigo, a la sazón agente de la Guardia Civil de Tráfico, si era legal instalar una ametralladora de "gominolas", calibre "Doce Setenta" milímetros, en el frontal de la moto.

-Es para una buena intención, agente...

-¿Seguro? -preguntó él.

-Claro, especialmente para aclarar la prioridad en las rotondas, a esos cacharros que salen sin mirar a su izquierda para incorporarse al círculo.

-Es ilegal... de momento, querido amigo...

-¡Vaya por Dios! Al menos estará en estudio... gracias -respondí.

Hay findes diferentes. Los colegas de las motos hemos hecho una ruta corta y cambiamos las cervezas por una visita: niños muy enfermos. Esos héroes menores de edad, sufren males de todo tipo y dolor. Reciben en sus venas veneno químico para matar bichos, semana sí, semana no. Las familias tienen la eterna pregunta del motivo y el incierto resultado de la semana siguiente. Un día el peque, al oír el ronroneo de una motocicleta, dijo a su padre:

-¡Qué guapa!

Su papá se puso en contacto con una de las variopintas asociaciones, clubes o grupos de moteros preguntando si podían ir a ver al peque... y fuimos. Nos recibió en su domicilio de Madrid con la mascarilla puesta: el viernes había recibido el chute. Y más que fuimos, disfrutamos; más que disfrutar, vimos el resplandor de la sonrisa del héroe. Preguntamos a sus padres si podía bajar a la calle un momento. El arquitecto se olvidó de poner un ascensor adecuado para subir una motocicleta gorda a su piso.

Bajamos todos con Javi, nuestro héroe. Fue viendo con deleite cada moto; admiraba los diferentes tamaños, colores, brillos o mates de las máquinas. Se veía feliz. Desde parado se subió a unas cuántas de ellas: BMW, Kawasaki, Honda, Suzuki, Harley Davidson... todas bellas, cada una en su estilo, cada cual una melodía. Indicamos dónde no debía de tocar, porque los tubos de escape suelen quemar. Él se afanaba por agarrar el manillar de cada una, simulando tomar alguna curva que otra.

Decidimos dar un paso más: arrancar. El padre se escandalizaba un poco por el consumo de gasolina, aceite y llenar con maravillosos rugidos la calle del barrio. Un día es un día:

-¡Sube a la moto y dale caña al gas como si no costara! -alentamos a Javi.

El héroe agarra la oreja de la burra. Gira y gira; el motor canta y canta. Nuestro héroe no para de sonreír y nuestro corazón también.

Jo, vaya pasada! -decía el zagal.

Pensé al oír sus palabras:

-¡Quédate con la Harley! -pero me di cuenta su edad: era menor y podía ser un problema en su casa.

Javi, nuestro héroe, parecía cansado. Después de todo era una sorpresa: veinte personas, entre Guardias Civiles, Policías Nacionales, Policías Locales y Militares se presentan en tu puerta con sus motos particulares y de regalo camisetas técnicas, gorras, pines, libros e ilusión para a un luchador. Sin embargo, él seguía con una enorme sonrisa en su rostro.

Nos despedimos con "ya nos veremos otro rato" y así será. Vigilaremos tratamiento, evolución y análisis hasta curación completa. Diría el castizo al bicho malo:

-Somos colegas de Javi y tenemos contactos... ¡pírate de su cuerpo a la puta carrera!

Bajo el casco, al incorporarme a la carretera M40 de Madrid, caía agua salina de mis ojos, en tanto volvía a casa. Ese peque aguanta la quimioterapia con dos cojones y nosotros nos enfadamos por un imbécil en una rotonda.

-Cambiaré la ametralladora del manillar por una sonrisa en el rostro... una de ésas como Javi, nuestro héroe peque. De mayor será motero, buena persona ya es.

Tengan cuidado ahí fuera, sean prudentes y valientes como el gran Javi, de 10 años.