"El intelectual, representado por filósofos, científicos o personajes de gran cultura, ha muerto.. Esta función la ha heredado el artista popular (el juglar, por ejemplo), que encabeza habitualmente las manifestaciones políticas (..) y es continuamente reclamado por los media".
Con la mirada serena,
ella siempre morirá,
porque con ojos es ciega
y sin los ojos ve más.
Absorbe toda sustancia
donde no la habrá jamás,
hace, al no decir nada,
profundo al pez sin la mar.
Si su carne por un pleito
se estrella en un litoral,
los litófagos del reino
a buen recaudo pondrán.
Como el sonido, su lengua
suele ser universal:
habla claro a quien no entienda
cómo es la oscuridad.
Suena así la caracola
del mester de juglaría,
fácil flor para Sodoma
sin mester de clerecía.
La serpiente cultural
Arte que halaga la vista,
no lo persigue el poeta,
no es la serpiente arabesca
encanto para un artista.
No hay sabor antes que el gusto,
ni un dolor sin aflicciones,
el canto no está en los sones,
ni la armonía, en Procusto.
¡Oh, cantantes populares,
figurantes sin figura,
sois el uso de la usura,
traidores culturales!