Opinión

Contra el euroescepticismo

JON G. BALENCIAGA

JON G. BALENCIAGA

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Hace unas semanas, se cumplían 60 años del necesario Tratado de Roma, firmado en aquel momento por seis países Europeos, que significó el comienzo de décadas de libertades civiles, derechos humanos y la paz entre naciones europeas, después de largos años de guerra. Aquello que comenzó con el nombre de Comunidad Económica Europea, hoy en día, la Unión Europea, se ha convertido en el estandarte donde mirar hacia un futuro de estabilidad, para poder mantener el estado de bienestar.

Sin embargo, recién cumplido el 60 aniversario, se viven los peores momentos de dicho proyecto. La salida de uno de los pilares principales de la Unión Europea, como es el Reino Unido, hace tambalear los cimientos; el creciente aumento de ideas extremistas, la mayoría de corte nacionalista, y en cualquier caso populistas, las podemos ver representadas cada vez en más países de Europa: en Holanda con el PVV, liderado por el ultraderechista Wilders (tercera fuerza política en las últimas elecciones realizadas hace apenas un mes), en Austria con el partido de la libertad, encabezado por Norbert Hofer (segunda fuerza política en las elecciones realizadas el pasado diciembre, obteniendo el 46% de los votos), en Italia con el Movimiento 5 estrellas, de extrema izquierda (se estima que en las próximas elecciones pudiera llegar a ser la fuerza política más votada), a su vez, en Italia, en el caso de la extrema derecha, se encuentra la Liga Norte (se prevé que llegará a ser la segunda o tercera fuerza más votada), lo mismo pasa con la ultraderecha en Alemania, pero no tan mayoritariamente, y una larga lista de más países europeos como Eslovenia y Hungría. Pero donde más preocupación hay, y donde es necesario hacer un punto y aparte actualmente, es en Francia.

En menos de tres semanas, se producirá la primera vuelta de las presidenciales en el país galo, que con toda probabilidad, el candidato de centro, Macron, y la ultraderechista, Marine Le Pen, serán los que pasarán a la segunda vuelta. La fuerza que a día de hoy tiene Le Pen es creciente. No veo capaz al pueblo francés de convertirla en presidenta de la República Francesa, hecho que podría significar, prácticamente, el fin tanto de la Unión Europea, habiendo perdido a dos de los socios principales, como son Reino Unido y Francia, como llevar a la quiebra económica y social de Francia. Con medidas completamente populistas de Marine Le Pen, como son, dejar de contar con el euro como moneda y recuperar el franco, para así poder devaluar la moneda y, como dice el Frente Nacional, "recuperar la soberanía monetaria", algo que traería una inflación desorbitada, mayor endeudamiento y creciente fuga de empresas francesas al exterior; en definitiva, una catástrofe monetaria y además, con toda esa mezcla, el control político de la moneda, que buscan adquirir con el franco, llevaría a un proteccionismo que poco ayudaría al comercio exterior. En cuanto al ámbito social, se han aprovechado de los últimos atentados terroristas para una mayor propaganda contra la inmigración; buscarán desincentivarla y controlarla, ya que otro de los puntos del programa electoral del Frente Nacional es la limitación de la inmigración legal a solamente 10000 personas anuales, en un país con una población cercana a los 67 millones de personas, y, a su vez, impuestos adicionales a trabajadores extranjeros.

Resulta curioso ver cómo los extremos están más cerca de lo que parece, el euroescepticismo está siendo uno de sus puntos de encuentro. La Unión Europea supuso el fin a años de extremismo, a la búsqueda de acuerdos, un proyecto común entre países, con la liberalización del comercio entre países pertenecientes a la comunidad, que buscaban dejar de lado las diferencias, buscar las prosperidad social y económica, siendo un ejemplo de libertad. En un mundo globalizado, se hace más necesario que nunca la participación en un mercado y moneda única, entre los países del viejo continente, la unión en la toma de decisiones y en la dirección de las nuevas directrices que marcarán el porvenir, como el proyecto Europa 2020. No está en juego solo el presente, sino también el futuro. Es la hora de que, desde la Unión Europea, se explique, de la mejor manera posible, las ventajas de este proyecto común y la forma de solucionar graves problemas, como la crisis humanitaria con los refugiados. No se puede permitir que se resuelva en cada país, un problema que es global, que incumbe a Europa, necesita solución rápida y eficaz. Teniendo en cuenta que los populismos se están apoderando de Europa, intentando destruir la mejor idea que tuvieron los políticos del pasado siglo, está en juego el futuro de las pensiones, la calidad y cantidad del empleo, la libre circulación de capitales, la libertad individual, los derechos civiles y muchos otros aspectos esenciales para que en el presente y en el futuro, se mantenga y se mejore el estado de bienestar. El futuro será Europeísta o no será.