Opinión

Información y educación

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La información es una herramienta básica para conocer el mundo en que vivimos. El relato de los hechos que suceden y el recuerdo de los que sucedieron son la base para construir una opinión con argumentos. Ese conocimiento, junto con la aplicación de valores y principios es lo que nos educa para llevar una vida social con progreso.

¿Qué educación tiene actualmente una parte importante de nuestra sociedad española? La sensación no es positiva. Primero, es difícil identificar los valores y principios que se priman en la actual sociedad. Mérito, esfuerzo, deberes, tienen parecido estatus que las especies en peligro de extinción. Segundo, puede que seamos en la actualidad la sociedad con más canales de información de toda la historia, pero la que se da por canales establecidos, TV y radio públicas o privadas, adolece de determinadas inclinaciones o tienen el color del cristal con el que miran. Y los canales alternativos de internet (redes sociales) que podrían ser una fuente de participación informativa, han acabado entre la inseguridad y la irrelevancia, pues adolecen de falta de rigor, incluso falsedad, cuando no son simplemente un canal de insultos o desahogos personales. En todo ello hay algún grado de manipulación. Yo he sido testigo de cómo un articulista de este periódico digital que relataba cierta conferencia de un expresidente español, introducía expresiones no dichas para dirigir su artículo en la dirección que pretendía. No es lo más grave que sucede, pero es un síntoma.

En cuanto a la información de lo que sucedió históricamente, se detecta de forma sencilla una intención de reescribir la historia. Y es una actitud evidente, no sólo por partidos o grupos independentistas, a fin de acumular supuestas razones que les avalen en su imaginación nacionalista excluyente. No sólo ellos, sino varios gobiernos autonómicos han utilizado la educación de la historia para dirigir, recortar o crear supuestas realidades autonómicas que les apoyen su interés diferenciador de los vecinos. En la línea de reescribir la historia con fines ideológicos, nuestra historia, están las frecuentes iniciativas que pretenden separar a los españoles en un infantil y grave enfrentamiento de buenos y malos a base de justificar todas las actuaciones de sus afines históricos y arremeter contra todas las actuaciones de los demás no afines. Es el caso de la pasada guerra civil y del régimen que le siguió , que todavía pretenden ver como trincheras en lugar de aprender de la historia. Y se puede aprender mucho, por ejemplo, de la Primera República española (s. XIX), en la que, la ideología del derecho de autonomía que apoyó hasta el extremo tiene reflejos en muchas declaraciones actuales de derechos separatistas, aunque el resultado de aquella primera experiencia autonómica fuese una farsa tragicómica.

Con el conocimiento de lo sucedido históricamente y su comparación con lo que sucede en la actualidad se puede apoyar una opinión argumentada. Pero si ambas bases fallan, ¿cómo crear esa opinión mínimamente sólida? Evidentemente hay que leer, documentarse, trabajar el conocimiento. Pero posiblemente sea más cómodo acudir a las consignas, tópicos, comentarios de botellón o café, y también, mucho más fácil , refugiarse en las ideologías y sus postulados base. Tienen una gran ventaja, son verdad incuestionable, no precisan debate ni lecturas. Ni esfuerzo, ves la realidad cotidiana con toda la claridad del cristal con el que la miras.

Y así, nos vamos educando.