Opinión

La mala educación

Estudiantes en un aula universitaria.

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La educación es lo más importante, es la base para las generaciones futuras.
Se nos llena la boca de este tipo de frases, pero luego, a la hora de la verdad, ná de ná.

Me explico.

Yo era de los que estaba muy intranquilo con la educación de mi hijo cuando vivía en Tarragona, porque allí las circunstancias son muy complicadas, por culpa del nacionalismo -esto dará para futuras historias, lo prometo-, y pensaba que con la mudanza a Madrid todos mis problemas se solucionaban. Pero nada más lejos de la realidad.

El primer paso que debes dar es cumplimentar una solicitud en la que se indican los datos del alumno, y los de los padres, básicamente el domicilio y los ingresos de uno y de otro. Porque esos serán los baremos que se tendrán en cuenta para que te asignen un colegio: la cercanía a tu casa o al trabajo y el volumen de ingresos del hogar familiar. Nada más. Bueno sí, hay un orden de preferencia de los colegios que te gustarían, pero están condicionados a los aspectos anteriores.

Básicamente lo que se hace es asegurar las plazas de la educación pública a aquellas familias que no tienen recursos, y hacer que aquellos que por poco que puedan se paguen un colegio concertado o uno privado. Es decir, están segmentando la sociedad desde que somos bien pequeños.

Yo ya andaba mosqueado de la etapa de guardería en la que hay distintas tarifas en función de los ingresos familiares. Yo pagaba el máximo, y no lo acababa de entender. No se trata de que pagues más o menos, pero veamos, si uno tiene trabajo, paga una serie de impuestos en base a sus ingresos, y encima tiene que ponerse a la cola para que le otorguen una plaza, si al final se consigue, encima te dejan clarito que... ¡la vas a pagar más caro que nadie! Las ganas de reír que te entran son de nivel máster del universo...

Cuando recibimos el resultado del sorteo de plazas para el colegio de mi hijo, el resultado era el más probable -más allá de la ilusión que uno le pone para que suene la flauta-, ya que evidentemente quedó fuera de las plazas otorgadas porque, además, hay otro factor que entra en juego: tener herman@s en el centro.

En segunda iteración te asignan un colegio de los que ha quedado con plazas, cuestión que ya te da cierto tufillo, porque piensas que, si le han quedado plazas, será por algo...

Nos tocó un centro que no tiene mala reputación, pero que es de los de tipo religioso y, personalmente, no tenía ninguna intención de escolarizar a mi hijo en un centro de esa tipología. Sin acritud. Con respeto hacia quienes si prefieren este tipo de centros. Sin más.

Es lo mismo que aquellas personas que no entienden tanta fiebre con meter el inglés en la educación. Es totalmente respetable. Y es por ello que no entiendo el por qué a la hora de realizar la solicitud al colegio de tu hijo, no se preguntan más variables: si quieres un colegio religioso o uno laico, si lo quieres bilingüe o no, qué idiomas oficiales quieres que se utilicen, si quieres un modelo de educación u otro, ... y que la gente escoja, y entonces, y solo entonces, que el estado reparta la financiación en función de la demanda.

Pero claro, eso no interesa, porque tal y como decía al principio, lo que interesa es que los que mínimamente podamos nos gastemos el dinero en educación privada, y sigamos cofinanciando la educación pública. Y no se trata de eso, se trata de invertir en el futuro de nuestro país, y hacerlo con inteligencia, no con bolsillo, que es como se hace ahora.

Por desgracia esto no es lo peor. Aún es más triste que se estén creando verdaderos guetos por agrupar a los niños según ingresos de la unidad familiar, se están creando barreras desde el inicio, diferenciando a las clases sociales. Hay colegios en los que la tasa de niños de padres españoles nativos es ínfima, y eso no es bueno, porque estamos desaprovechando una magnífica ocasión de integración y convirtiéndolo en un problema para el medio plazo.

Soy de los que piensan que en la escuela nos tendríamos que mezclar todos, porque la vida real es eso, vivir todos juntos, coexistir y aprender unos de otros, con respecto, con alegría y con todos esos valores que cada día echo más en falta.

Pero es lo mismo, parece que no interesa, aunque luego se nos llene la boca de frases magníficas que nos hacen parecer de lo más cool.

Veamos en los próximos meses qué devenir toma el denominado Pacto para la Educación, porque soy de los que piensan que hay cosas que no se hacen, no porque sean complejas, sino porque no hay voluntad, y ésta es una de ellas.