Opinión

15 de Abril

15 de abril.

15 de abril.

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Se ve a lo lejos, si uno se fija se puede llegar a ver con claridad, usando los ojos del corazón, una luz inmensa de color blanco que rebota por las esquinas, se mueve, es un Ángel que para ir de un lugar a otro se transforma en luz, para que quien no se percate no la vea, para que pase desapercibida y que sólo con una mirada verdaderamente sincera que pide ayuda aparezca…

Tenía un cabello color negro intenso, muy negro, que muchas veces remataba con un perfecto moño cardado, unas uñas largas cuidadosamente pintadas de un color rosa que sólo se encontraba en un lugar de Madrid, tenía que ser sólo ese pintauñas, unos ojos azules intensos que llevaban al delirio, ni tan siquiera el color profundo del océano podía igualar el poder que hacían sus ojos, con una mirada y sin sonar palabra, decía todo, en ella sí se veía reflejada su alma en ellos.

Siempre olía a perfume, pero no cualquiera, tenía que ser perfume de Carolina Herrera, su olor característico, como el que tenemos todos. Son detalles que forjan nuestra persona, que al irse hechas de menos y que si alguien en el metro o en la calle lleva el mismo perfume y ese olor te llega, los ojos se llenan de lágrimas porque esperas que al girar la cabeza sea esa persona que sabes que ya se fue.

Hija de jefe de la Falange, en la calle Ávila de Madrid, la sede, vivió como la arrebataban a su padre en aquellos tiempos de guerra donde no importaba nada más que ser un bando u otro… Estudió en Burdeos, en Francia, en aquellos años era un privilegio inalcanzable para la mayoría, pero no fue un camino fácil, su estancia allí no se limitó a sólo estudiar, tenía que encargarse de todo y de todos diariamente, hasta que con 16 años regresó a España, harta de se estar esclavizada de esa manera tan dura.

¿Carácter? Lo tenía, vaya si lo tenía, era una mujer muy especial, en todos los sentidos, y su carácter no iba a ser menos, era dura, muy dura, pero a la vez tan justa que esa dureza se la aplicaba a sí misma, y luego con los demás, en el mismo nivel, no aceptaba otra cosa, perfeccionista y luchadora, era una persona muy valiente, así lo demostró durante toda su vida, era la guía que mostraba el camino a seguir, y ése, siempre era el mejor recorrido.

Su aspecto tenía que ser detalladamente cuidado y así lo hacía, la justicia debía ser justa, y no entendía otra cosa, para todos. Pero la Leucemia se cruzó en su camino y no la dejaba avanzar, no podía salir de esa calle sin salida, sólo podía intentar quedarse en el final de esa calle cortada y en cuanto el encargado de quitar la valla de esa calle dejara un resquicio abierto, huir por ahí. La combatió durante años, a su manera. No quería verse mal, no quería ver en que se transformaría, su pelo, sus uñas, su cara iba a quedar cansada, se negaba a convertirse en ello…

La esperanza de que se recuperaría siempre rondó, a veces más fuerte otras mucho más débil, pasó por tantos hospitales, pasó por tantas pruebas, tratamientos, médicos, medicación, plantas… Pasó tanto tiempo en luchando que llegó un momento de resignación, de cuestionarse todo, de querer ir a ver el mar pero no poder ir de lo cansada que se sentía, de querer irse pero la enfermedad no la dejaba descansar.

Hasta que llegó ese día, un día como hoy, un 15 de Abril, esos preciosos ojos azules se cerraron para no volver a abrirse, esas sabias palabras que decía no sonarían, no volvería a hablar en francés, no podría volver a oler ese perfume en ella, todo se apagó, tantos años de lucha ¿Para qué? ¿Quién lo decide y determina? ¿Por qué tiene que ser tan injusto? ¿Por qué se la hizo sufrir tanto?

Era una gran persona y no merecía todo esto, ¿por qué? A veces pienso, aún, que todo es mentira, que se trata de alguna gran artimaña para que nos creamos todos esto pero que en realidad está en algún lugar, en esta vida. Es tan triste, no es ley de vida, no es un duelo, no es algo frívolo para categorizarlo, es así y así lo siento porque verdaderamente era una persona que luchó tanto para conseguirlo, que luchó tanto en su vida que merecía otra cosa...

Transmitía algo a los demás, todos se acordaban de ella, como paciente por lo peculiar que era y como persona, tuvo que lidiar tremendamente con tantas cosas que a mí, me hace plantearme esta vida de otro modo, que la vida no es justa.

El recuerdo de ese 15 de Abril es profundamente triste, no hay consuelo, jamás pensé que nada podría con ella, tan joven… Es una herida en el fondo de mi corazón que llevo tatuada en el brazo en forma de cruz con la inicial de su nombre y una corona, porque era una reina, porque me da esperanza, me da luz. Sé que me ve en la noche cuando la llamo, sé que nunca olvidaré sus ojos, estoy pendiente de percatarse cuando pasa, es mi Ángel, sé que está por aquí, sé que es ella, sé que me protege.

Es un dolor inimaginable, multiplicarlo por infinito, llevarlo hasta el fin de la eternidad y apenas tendréis un atisbo de lo que hablo… Mi abuela, mi luz, otro 15 de Abril y parece que nada pasa, espero que este dolor pase en esta eternidad.