Opinión

Alienación parental

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Una bellísima pareja tienen en su poder el arma más preciada, su verdadero y único amor, él le regala miradas profundas y sonrisas que sonrojan y ella recorre los vientos por él…

Un sinfín de amor y locuras, una próspera y duradera relación que parece que llegará al fin del mundo, trasladará la Tierra, el Universo y si hace falta partirá en dos el mundo, sólo existen ellos… Hasta el punto de querer traer a este mundo una pequeña criatura, fruto de ese amor incondicional, alguien, una pequeña personita a quien mirar a los ojos y verte reflejado hace 30 años, aquel monstruito donde todo lo que conoces desaparece y se convierte en tu mundo.

Lo más preciado, aquel amor incondicional se traslada a esas personita que bajo la enseñanza y amor de los mayores será la mejor persona de este mundo. Pero este amor, cada vez más materializado, también tiene cada vez más condición, y como es normal, en muchos casos, se acaba… y con él todo ese plan de convertirse en los Reyes del mundo. ¿Y ésa miniatura de amor transformada en personita? Se rompe, vivimos en una sociedad que al divorciarse, separarse… estalla una guerra, una guerra bélica y sangrienta de un continuo machaque de sentimientos de dolor y de sufrimiento, no sólo para los luchadores que en algún momento vivieron momentos felices juntos, también para ese pequeño aunque no sea consciente, porque la guerra sin descanso tocará el tema más doloroso: la manipulación de tu hijo. Suena frío y despiadado, pero no engañemos, seamos sinceros, es la realidad.

Cuando comienza el fin de los días en una relación acabada comienza la famosa desdicha de qué hacer con ése monstruito por el que daríamos la vida, ¿Qué es lo que más duele? ¿Qué se termine una relación muerta? ¿O que te quiten lo más preciado de esa relación? Tu hijo/a. Siguen las broncas, los gritos, la desesperación, hasta que uno de los dos saca el lado más primitivo y a la vez más rutinario en estas situaciones, envenenar poco a poco e insaciablemente la cabeza de tu pequeño, contra el otro, una madre que desde una temprana edad habla de los problemas con su padre a su hija, despacio y cada día un rato, un padre que grita a su exmujer delante de su pequeño, son pequeños no sordos … una madre que carga la artillería pesada rompiendo cualquier recuerdo que quedaba en el desván y con él el recuerdo a su pequeño de saber más de su progenitor, poco a poco parece como si la otra parte fuera el demonio personificado, una persona que sólo quiere hacerle daño, una figura que no es la suya a seguir de nada, un “algo” que pasó y que no tiene significado. Así lo verá un niño manipulado por cualquiera de sus dos progenitores, y por supuesto, es un niño, en un juicio dirá lo que la parte más manipuladora haya querido que entre en su cabeza. La estrategia es simple: querer trasladar de manera vil e injusta los problemas de dos personas sumergidas en una relación a un niño. Manipulación, egoísmo, hasta atroz…

Pensemos fríamente, ese pequeño al que se está poniendo en una situación de soledad, de quitar tajantemente y de manera inmediata el contacto con su padre o madre, pasa factura… Y pasará una gruesa factura llena de números compuestos por miles de ceros, al pequeño y al progenitor. Existen hombres malignos pero también mujeres malignas, el síndrome de alienación parental existe, es habitual, es un NO con toda la fuerza que puedan darte tus propios pulmones a una persona que ayudó a traerte a este mundo y a la que apenas conoces, de la que tienes una imagen ideada desde muy pequeño/a por una de las partes, nada de primera mano, nada que se pueda ver, ningún acto que poder juzgar, sólo y absolutamente unas palabras repetidas a lo largo del tiempo por tu propio madre o padre. Es escalofriante el juego de la denigración tan manejado, tan habitual como el uso de calcetines en nuestros pies. El síndrome de alineación parental pasa por varias fases, la leve : comienza la denigración una campaña contra un progenitor que comienza a ser asimilado por el menor. La segunda fase para por el convencimiento, donde ese manipulador nato (no olvidemos que comienzan a manipular a un niño de muy corta edad, lo cual no es complicado) se lleva la confianza y lealtad de ese pequeño, sin rechistar, pulula en su cabeza la edificación de cemento de que es alguien dañino.

La tercera fase que ya se encuadra, según estudios científicos y psicológicos en severa, aquella donde se produce ese NO, negación, enfrentamiento y temor contra el otro… hasta acabar en rechazo. Parece un sistema totalmente cuadrado, y realmente lo es, es un patrón de maldad metido en la cabeza de un niño que poco a poco llegará a adulto y con la misma idea, porque ha sido lo que le han enseñado, privando de un progenitor a ese hijo y sentenciado de un dolor en forma de espina clavada en el corazón de aquel progenitor que vive sin ver a ese pequeño/a que una vez fue lo más preciado de toda su vida…