Algunos pueden pensar, o les interesa pensar, que es poco rentable “enseñar” o mejor dicho “recordar” o todavía mejor “dar a conocer” nuestra historia de forma objetiva, con manuales diseñados por historiadores profesionales.
Muchos, sin embargo, pensamos que cuando las hojas rotas de los libros de nuestra historia han hecho olvidar las grandes tragedias personales, familiares y sociales, es deber de los mayores, restos calcinados de aquellos tiempos, sacar a la luz la realidad de nuestra España del siglo XX.
Nadie quiere oír de venganzas vecinales disfrazadas de “política”... Nadie quiere volver a dormir agazapado, huyendo del paredón vengativo... Nadie quiere ver arder sus ideas religiosas ni escuchar el seco eco de la bala en la nuca... Nadie quiere revivir las lágrimas silenciosas del apartheid político... Nadie desea volver a ver la sangre pintando las paredes, ni contemplar la tierra abierta para tumbas de odios sin sentido... ¡Nadie!
Si de verdad NADIE LO DESEARA... La Historia debería ser asignatura diaria, obligatoria.
La realidad, sin embargo, es que algunos movimientos sociales, convertidos en partidos políticos “de nueva cuña”, construyen su futuro sobre las ruinas vergonzosas de la mentira y para ello, emponzoñan la memoria para que nadie piense en lo que pasó, para que nadie recuerde el dolor y para que nadie se sirva de la historia para ser prudente.
¡Señores políticos de nueva casta!... ¿Por qué tanto interés en convertir la memoria en odio?... ¿Por qué su única arma es la mentira histórica?... ¿Por qué las ideas de los demás les producen pavor?... ¿Por qué su defensa es el ataque a las personas?... ¿Por qué el Dios silencioso, compasivo y pacífico de los creyentes es su enemigo?...
Hay que conocer la historia con su grandeza y sus miserias. Hay que conocer la historia para quemar la guillotina, el garrote vil, la horca, el disparo en la nuca... Hay que conocer la historia, no mentir sobre ella y jamás hacer negocio con ella.