Opinión

El corazón de Macià era de un desconocido

Artur Mas saluda a los manifestantes frente al TSJC./ Albert Gea (Reuters)

Artur Mas saluda a los manifestantes frente al TSJC./ Albert Gea (Reuters)

  1. Opinión

Entiendo el derecho a decidir de los pueblos sometidos a la férrea disciplina de la dictadura -que no es el caso- e incluso el de aquellos nostálgicos que rememoran el pasado como si aquel fuera tan glorioso que mereciese recuperarlo, olvidando -porque no conviene- que su lucha por levantar muros fue la constatación de una gran estupidez que costó sangre y lágrimas. Pero en esta campaña sin cuartel de los malabaristas de la historia que desde la Generalitat dirigen el complot independentista presumiendo de  ser mayoría en el Parlament, olvidan que lo son por la gracia y obra de la Constitución Española y representan al gobierno de la Nación.  

Otra cosa muy distinta es que este padezca aun del mal que sufren los cómplices. Maligna enfermedad de los gobiernos que altera la voluntad hasta convertirlos en meros espectros y eso, que hay mecanismos en nuestra Constitución que habrían evitado  la situación actual de desamparo que sufren los no independentistas en Cataluña, pero en la España de los últimos cuarenta años han regido valores muy por encima de la ley y de la Constitución como la amistad, la impunidad y el tres por ciento y, así nos ha ido… Nadie en su sano juicio puede entender que el Estado no impidiese las campañas antiespañolas de la Generalitat que además han sido  financiadas con dinero Público. Al menos el gran líder Macià buscaba patrocinadores en Moscú, Cuba, Uruguay y Argentina para promover invasiones, pero estos se amparan en los presupuestos del Estado para levantar fronteras y dividir. Pero claro, aquel tenía huevos y corazón.

Hoy, el Estado de Derecho permite juzgar con absoluta independencia a los delincuentes y a quienes se burlan de la ley. Mas no es un cobarde por mucho que escurra el bulto ante el tribunal y movilice títeres en las calles ante lo que considera un juicio político. Nadie está obligado a declarar en su contra y eso lo saben bien los malhechores. Sería de imbéciles… En él se dan las trazas de un hombre débil de carácter que soñó con emular al padrino Pujol y pasar a la historia como el artífice de una República catalana que solo existió en sus cabezas. Lo llegaron a creer firmemente  ante la debilidad de un gobierno que durante décadas les “dejó hacer”… 

Temo que su corazón como el de Pujol no se guardará en un urna de cristal como hicieron en su día  con el de Maciá. Le diría que si desde ERC o la CUP llegaran a prometérselo, que desconfíe. Que  recuerde que el corazón que guardaba Tarradellas en el exilio era de un desconocido. Esa lucha independentista está plagada de traidores.