EXPOSICIONES

Jo Mile, ya no se sabe que inventar

Exposición Jo Milne.

Exposición Jo Milne.

  1. Opinión

Compadezco, y lo digo sin ninguna ironía ni animadversión, a quienes organizan exposiciones en la Fundació Vila Casas, y en muchas galerías y salas de arte, porque la realidad se impone: No hay buenos creadores y la tarea ha de ser ardua e ingrata para encontrar algo que realmente merezca la pena. Y en más de una ocasión, hay que conformarse con lo que se encuentra, no con lo que se quiere. La muestra que comentamos es buena prueba de esto último.

Jo Milne: No hago predicciones sino excusas. El título de la exposición que presento la Fundació Vila Casas hasta finales de diciembre, es suficientemente explícito como para pensar que la muestra que se visitó podría decepcionar – y lo hizo - que partiendo de una visión pseudo-científica – la llamada teoría de las cuerdas, un modelo fundamental de la física teórica que básicamente asume que las  partículas materiales aparentemente puntuales son en realidad "estados vibracionales" de un objeto extendido más básico llamado "cuerda" o "filamento" -, en la que mezcla conceptos artísticos, derivan hacia una muestra plagada de desinterés, sin que se aprecie la esencia creativa ni el espíritu de la emoción o un mensaje cargado de simbolismo.

Si bien la obra de entrada a la muestra Confabulacions Cosmològiques II resulta atractiva e interesante, por la complejidad de planteamiento, su composición, y esa inevitable identificación que el espectador siente con su propia existencia, aunque se trate de un tema científico, el resto de la muestra se basa exclusivamente en lo mismo: celdas que configuran la base de fórmulas químicas a las que se añaden unas peculiares “virutas” realizadas con poliuretano que recuerdan a los protectores que se utilizan en embalajes de objetos delicados, aunque el catálogo revista algo tan simple de pomposidad y lenguaje ininteligible.

La idea de Milne según la nota de prensa, es dar forma plástica a lo que es abstracto. Algo absolutamente incongruente si simplemente, tenemos en cuenta la definición de abstracción. Si entendemos este concepto de forma estricta, no puede hacer referencia a algo exterior a la obra en sí misma, sino que propone una nueva realidad distinta a la natural.

En base a lo anteriormente citado, la muestra no presenta el resultado de unos trabajos realizados desde el sentimiento creativo, o la expansión de las emociones, sino más bien dejada al azar, a lo que surgiese de una impresora 3D aprovechando las oportunidades que ofrecen los nuevos materiales de creación artística, revistiendo todo ello de una intelectualidad presuntuosa.

El catálogo de la muestra, Octavi Rofes Baron (Barcelona 1967), licenciado en Geografía e Historia, en la especialidad de Antropología Social y Cultural, por la Universidad de Barcelona (1990) y actualmente profesor de la asignatura Arte, diseño y Sociedad en el Grado de diseño de Eina, profesor asociado de antropología en la Facultad de Humanidades de la Universidad Pompeu Fabra, y profesor de la asignatura Arte y Sociedades Contemporáneas al Máster Universitario en Arte Contemporáneo de la Universidad Europea de Madrid – se hace necesario destacar el “pedigree” académico para comprender después el esnobismo del mismo, indica en su primera página:

(…) El tramo elevado y enmarañado, incongruente con el carácter general compacto y sólido de la pieza, hacen pensar en un gesto violento que ha sustraído el fragmento de un conjunto dotado de una coherencia imposible de ser restituida (sic del catalán). El amigo y desconocido lector no lo entiende. No se preocupe que el texto es expresamente incomprensible sólo para una minoría, que vive de nuestros impuestos, y que se dedica a realizar exposiciones de este tipo, sin que apenas atraigan clientes, pero si el soporte institucional que pagamos entre todos. El resto del texto del catálogo es infumable.

El espectador que contempla la muestra simplemente observa un embrollo constante de líneas y trazos, una maraña de surcos o rayas monótona y cansina que acaba, lógicamente, por aburrir, a pesar del montaje organizado en la planta sótano de la sala de exposiciones que es más de lo mismo, pero en tonos azulados, y con el uso de otros materiales, montado como si de excéntricos adornos de Navidad se tratase.

Ignoro los vericuetos por los que algunos artistas exponen en la Vila Casas, y prefiero no saberlos. Buscando por Internet, tan sólo existe la página web de Milne, la nota de prensa de la Vila Casas y su reproducción en La Vanguardia, cuyos plumíferos han hecho un simple copiar-pegar para cubrir el expediente. Ni siquiera en inglés, puesto que Jo Milne es escocesa (Edimburgo, 1966), aparecen más datos.

En conclusión, una muestra fácilmente olvidable que sólo ha servido a la Vila Casas como excusa para llenar sus salas del Espai Volart, con bastante desacierto. Pero es lo que hay.