EXPOSICIONES DE ARTE

La elegancia de la moda a través del figurín

La elegancia de la moda a través del figurín. M.T.

La elegancia de la moda a través del figurín. M.T.

  1. Opinión

Quienes rozamos la medianía de los 50 años, recordamos aun como en los periódicos, aparecían anuncios de modas y sastrería, y en los que se utilizaba el dibujo de figurines, siempre elegantes y glamurosos, para promocionar impecables trajes sastre para caballeros, y ajustados y refinados vestidos o abrigos para señoras.

Eran unos dibujos que siempre imprimían una imagen de calidad y señorío, y los que se podía apreciar los detalles del diseño, igual que en una imagen. Esta forma de dibujar y de presentar publicidad, ha desaparecido por completo, ya que los figurines son mucho más estilizados y esquemáticos, mientras que el abaratamiento de los costes de imágenes, permite que una foto digital sustituya al artesano.

Pero la muestra que hasta finales de enero del 2017 presenta la galería Fernando Pinós: Pau Sabaté, la modernidad inolvidable, propuesta gracias a la reciente adquisición del lote de dibujos que compone la misma, permite a nuestra memoria, y a las actuales generaciones, retornar al pasado, y apreciar un arte que muchos especialistas y galeristas considerarían menor, y que sin embargo, tiene sus dificultades en la realización y un gran encanto en la presentación.

Sobre Pau Sabaté (1872 – 1954), Beatriz Maeztu Gomar indica en el práctico formato desplegable del programa de mano de la exposición, que nació en Reus (Tarragona), y que debido a su temprana inclinación por el dibujo, se trasladó a Barcelona para realizar estudios de arquitectura, aunque al mismo tiempo asistía a la Llotja (Academia de Bellas Artes Sant Jordi), momento en el que comenzó a trabajar para la firma Rigalt en proyectos de vidrieras y pinturas.

“Su fama le llegaría en las primeras décadas del siglo XX, gracias a las numerosas acuarelas de figurines de sastrería, y después de años de dedicación al oficio de dibujante”.

Maeztu Gomar señala algo muy importante: el oficio de dibujante, y en esta exposición, se aprecia precisamente esa incuestionable labor. Una técnica depurada, exquisita, precisa, cuidado en los detalles. Sus figurines masculinos son esbeltos, la pose estudiada, pero con naturalidad, saben vestir un traje, o un smoking como buen dandi, mientras que en los femeninos – en proporción bastante pocos – se observa a una mujer moderna y atractiva, distinguida, con clase y que sabe llevar a la perfección un vestido y abrigo a juego, combinados con complementos muy “chic: faldas largas, cintura entallada, el sombrero se agranda y el corte de pelo es un poquito más largo, con sofisticadas ondas. 

Los dibujos de la presente muestra fueron realizados en 1936 y publicados en la revista de moda La confianza, perteneciente a la Asociación Profesional de Maestros Sastres de Barcelona.

Curiosa la fecha de realización de estos dibujos, (mediados de los años 30 del siglo XX, en una España convulsa por el desgobierno republicano y precipitada a una trágica contienda), un dibujante como Sabaté presentase prendas de vestir que caracterizaron el estilo hollywoodense – quien no recuerda a las Vamp de los años 30, o a las siempre turbadoras co-protagonistas de Humprey Bogart en los filmes inspirados en novelas de Dashell Hammet o Raymond Chandler, vestidas con elegantes trajes Carnegie, en todas sus variantes, un ejercicio de sofisticada sastrería urbana para la mujer trabajadora, mientras que en los caballeros se imponía la moda Drape que ofrecía el paradigma ideal masculino: silueta atlética en V, hombros anchos y cadera estrecha. Cortado con amplitud en el pecho y estrechez en la cintura. Discrepa quien suscribe estas líneas de las influencias Art Decó de Sabaté, que indica la nota de prensa, puesto que la moda en el vestir siempre ha seguido derroteros distintos de la decoración o la arquitectura por razones obvias, aunque quedase determinada por las distintas épocas.

En conjunto puede decirse que la muestra tiene regusto nostálgico para quienes afortunadamente, conocemos aunque sea por encima, gran parte de la historia social del siglo XX, gracias al cine y profusión de lecturas. Pero para los amantes de la moda y de la historia, la exposición resulta un complemento a una realidad social que también se vivía en los años 30, aunque evidentemente, de forma muy minoritaria.