POLÍTICA

De la Asamblea al Soviet

Iglesias lanza su campaña para Vistalegre II y defiende que su proyecto es el mejor

Iglesias lanza su campaña para Vistalegre II y defiende que su proyecto es el "mejor"

  1. Opinión

Podemos nació como un partido asambleario y ha acabado convertido en una formación de corte soviético, no tanto en cuanto a sus ideas y contenidos, sino como a su forma. Errejón e Iglesias. Bolcheviques, mencheviques, y como reza el chiste, echeniques.
Todo acaba en una disputa por el poder en una formación que quiso aglutinar a la “gente” frente a los caducos partidos del “régimen del 78”. Errejón difunde manifiestos y acusa a Iglesias de convertir a Podemos en un “PP de izquierdas”. Antonio Elorza, catedrático de Ciencias Políticas de la Complutense, quien compartió Departamento con algunos de ellos, fue el primero en alertarnos a todos sobre los peligros de deriva autoritaria de algunos de ellos, y sus predicciones, lamentablemente, han sido correctas.

Iglesias, ya no quiere “asaltar los cielos” por sí sólo, ha apelado a todas las familias de la formación morada, "errejonistas" y “anticapitalistas” incluidos, para lograr un Podemos unido en el que quepa todo el mundo, que deje de ser “el partido de Pablo Iglesias” y que se mantenga como una organización “autónoma” pero caminando junto a los “sujetos” que se presentaron a las elecciones, como las confluencias e IU. Son tantas las similitudes con los grupos de la Revolución de 1917, que los mencheviques o minoritarios podrían ser los errejonistas; los oficialistas de Iglesias los bolcheviques, y Monedero, el ideólogo en la sombra, Trotsky. Iglesias sigue practicando el leninismo 3.0, en las formas y en el fondo: no le tembló el pulso en fulminar al número 2, Sergio Pascual, donde en el fondo de la cuestión estaba que no era de su facción.

Los soviets han desparecido, ya que poco o nada se sabe de los círculos. Hace tiempo que un amigo profesor me propuso integrarme en alguno de ellos. Yo le indiqué mis recelos porque dudaba de su continuidad en el tiempo, que desgraciadamente me ha dado la razón. Entre la “autocrítica” de los oficialistas y los detalles que considera que Podemos debe corregir Iglesias ha incluido la exclusión de las minorías (¿mencheviques?) de la dirección del partido, como ocurrió con los anticapitalistas, y la instauración de un “modelo presidencialista”( ¿Presidium?) que “exageraron”, “demasiado vinculado a la figura del secretario general” y no tanto a los proyectos. Unos errores que considera que se deben enmendar en este proceso de “refundación” del partido, según lo llama Iglesias, o “proceso constituyente” para su número dos, Íñigo Errejón. Así, Iglesias ha planteado avanzar para que el Consejo Ciudadano estatal tenga “legitimidad propia” y “no asociada a una figura concreta o un grupo de figuras” (¿Consejo de comisarios del pueblo?).

El líder morado ha emplazado a no convertir Podemos “en un campo de batalla” de corrientes “que compiten dentro”, a ser “capaces de volar para entender el país” y de “limitar las lógicas burocráticas internas” para demostrar la capacidad de actuar en las instituciones y de gobernar. Iglesias ha repasado los inicios de Podemos hace tres años y ha dicho sentir “cierta nostalgia” por el partido que empezó a nacer “como un grupo de activistas y universitarios” en un momento en el que había “ingredientes nuevos para un cambio político”, y al que ahora “todo el mundo” toma en serio. En definitiva, un partido que nació como asambleario ha pasado a convertirse en otro altamente burocratizado. Y en el fondo es una pena, porque parte de los mensajes que inicialmente lanzaron eran muy interesantes, en algún caso suscribibles. Ya no hay nueva política.