CINE

'The neon demon'

Imagen promocional de la película.

Imagen promocional de la película.

  1. Opinión

Resulta complicado catalogar lo incatalogable, tanto como criticar lo inescrutable o ahondar en lo impenetrable. Básicamente son estos los problemas a los que uno se enfrenta cuando quiere hablar del último film de Nicolas Winding Refn, The Neon Demon.

Vaya por delante, y anticipando mis conclusiones, que a la pregunta sobre si me ha gustado, o me ha parecido interesante esta película, mi repuesta sería afirmativa, pero si al mismo tiempo me preguntaran si la recomendaría, ahí respondería que probablemente sí, pero no sin antes haber lanzando un sinfín de posibles contraindicaciones y efectos secundarios a mi interlocutor ante su eventual visionado.

Con esta su última película, el director parece tomar el camino de la vanguardia y ser el máximo abanderado de la postmodernidad, con un film donde no es que la forma supere al fondo, sino que realmente lo único importante es la forma, la estética, y la inquietud y desasosiego con que se pretende envolver al espectador.

La historia en si resulta bastante convencional, no deja de ser la lucha entre quienes tienen un estatus en su profesión y se ven amenazados por la llegada de alguien joven y nuevo. Esto desde Eva al desnudo lo hemos visto en múltiples ocasiones, pero con The Neon Demon no es más que una excusa para llevarnos a un viaje sensorial con el mundo de la moda como decorado de fondo.

La película alterna momentos e interpretaciones grandiosas e impactantes, con algunos realmente excesivos y pasados de rosca. Es un film que provoca desconcierto, pero al mismo tiempo genera cierta fascinación, y por qué no decirlo, algo de ansiedad malsana.

Nicolas Winding Refn, tras el éxito de la sobresaliente Drive en 2011, lejos de seguir por ese rumbo, quiere opositar a convertirse en una especie de heredero postmoderno de David Lynch (aunque aquí se queda en una especie de David Cronenberg más refinado) y ha decido forzar y casi eliminar la narración, llevándonos a mundos de ensoñación, trufados de toques surrealistas, para un público más minoritario y como ya he dicho, en esta ocasión con resultados tan interesantes como irregulares.

Realmente este camino que aquí parece emprender ya ha tenido hitos anteriores como la reivindicable Vanishing Waves (2012) de Kristina Buozyte, o la más conocida Holly Motors (2012) de Leos Carax, cumbre del cine postmoderno, y objeto de las más azarosas y encarnizadas disputas cinéfilas. En The Neon Demon se enfrentarán quienes la ven como una obra singular, llena de talento y muy original, frente a los que pensarán que es una chorrada insustancial y aburrida. En mi opinión ambas opciones son defendibles, y a lo largo del film, según el momento del metraje, me he encontrado en una u otra opción, siendo este quizás el mayor acierto de la película, su capacidad de generar un debate para contraponer ideas respecto a lo que debe ser la narración cinematográfica.

En resumen, un film que provoca, apasiona, deslumbra, satura, incomoda y desquicia a partes iguales. No vais a tener más remedio que ir a verla para situaros en uno u otro bando. Yo la absuelvo.

NOTA 7/10