SANIDAD

Sida: las personas no son el problema

Un ventilador frente a un castillo de cartas a punto de ser derribado (o no).

Un ventilador frente a un castillo de cartas a punto de ser derribado (o no).

  1. Opinión

El pasado miércoles se celebró el Día internacional del sida. Según el informe de ONUSIDA de 2016, el número de personas que vivían con el VIH en el mundo en el 2015 era de 36,7 millones, casi el 50% son mujeres y 1,8 millones niños.

Desde 2000, unos 38 millones han muerto de enfermedades relacionadas con el sida. La pandemia ha diezmado la población acabando en muchas zonas con la mitad de la población activa y dejando a los abuelos a cargo de sus nietos huérfanos.

En cuanto a la razón por la que el virus había aumentado escandalosamente en África a pesar del uso del preservativo, Helen Epstein, de la Universidad de San Diego mantiene que es la concurrencia sexual, tener varias parejas de larga duración. En el mimo sentido, en la revista Science diez expertos critican la manera en que se destinó recientemente por ONUSIDA un presupuesto de 3.200 millones de dólares en promoción de preservativos cuando “la disminución del número de parejas era clave para frenar el sida, como la Iglesia ha venido defendiendo todo este tiempo”.

El choque entre la visión de la Iglesia y la de los organismos del Norte rico ha sido particularmente evidente; los países ricos parten de una presunción errónea: el crecimiento demográfico ralentiza el crecimiento económico. No es verdad: desde el siglo XIX el mundo ha experimentado un rápido crecimiento de la renta per capita que ha ido de la mano de un espectacular crecimiento de la población. Cosa distinta es que ese crecimiento se ha distribuido de forma injusta.

El problema que comentamos es uno de los ejemplos que ilustran los peligros de la "colonización ideológica" denunciada por el papa Francisco, un dogmatismo que subyace en la idea fija de los organismos internacionales que repiten que la causa de la pobreza es la superpoblación y que la única causa es salir de ésta.

Recordemos el mito del maltusianismo: una población más numerosa reduce la renta personal. Este profundo pesimismo sobre la capacidad del planeta para soportar el crecimiento demográfico que ha sido refutado por la realidad una y otra vez.

La clave del desarrollo son los seres humanos. Somos la solución, no el problema. Expertos norteamericanos mantienen en la revista American Economic: “Las poblaciones numerosas fomentan una mayor especialización y una mayor inversión en educación transmitida en ciudades más populosas”.

La Iglesia tiene una propuesta alternativa: promover una conducta sexual responsable y luchar contra el estigma del sida y de la pobreza. Su propuesta no se basa sólo en cuestiones morales, sino en el profundo conocimiento de la realidad africana sobre el terreno. Sin embargo, para la mente occidental secular, esa propuesta parece la idea de unos dogmáticos indiferentes que quieren imponer su doctrina religiosa.

Si prestamos atención a los hechos, no a las ideologías, lo único que se demostrado eficaz para combatir el sida ha sido la triada fidelidad, monogamia y abstinencia. La Iglesia católica en el sur de África desarrolla programas que apelan a los valores tradicionales de la sociedad africana, basados en la “humanización de la sexualidad”, en el respeto a uno mismo y a los demás en contraposición a la “banalización de la sexualidad” implícita en las campañas que promocionan el uso del preservativo.