GESTIÓN HOSPITALARIA

El 'bullying' sanitario

Navidad en el Hospital Universitario Santa Cristina./ Cedida

Navidad en el Hospital Universitario Santa Cristina./ Cedida

  1. Opinión

Bullying de ida y vuelta, como todos probablemente, entre profesionales sanitarios y pacientes. Círculos viciosos que nos llevan hacia la violencia y nos devuelven más violencia, y sujetos que sin opositar a ello se encuentran un golpe cuando menos lo esperan.

Tengo la suerte de trabajar en un hospital pequeño del servicio sanitario público en el centro de Madrid, el Hospital Universitario Santa Cristina, suerte por trabajar y por la gente con la que trabajo que ayer empleaba su tiempo libre, más del que quisiera, en crear un ambiente navideño espectacular con mucho cariño, imaginación y arte. A veces se discute, a veces se trata mal a un paciente, médica o humanamente, pero podemos presumir de tener unas respuestas en calidad percibida realmente buenas, quien se opera una cadera aquí o una catarata o lo que sea piensa que en la próxima, si puede, volverá.

También ha habido algún profesional sancionado, demandas de algún paciente y seguro que unos cuantos se van protestando. Pero las mejores instituciones no son las que no tienen problemas, sino las que saben prevenirlos para que éstos sean la excepción y abordarlos correctamente para que no las destruyan.

Muchos estarán pensando: “Claro, un sitio pequeño es más fácil organizar, más fácil crear buen ambiente”. Y sí, tienen razón, es más fácil, pero lo más importante para hacer algo es querer hacer ese algo y, quizá en esa malograda intencionalidad es donde se ponen en marcha los engranajes para construir la mala relación médico-paciente.

Mi hospital es muy antiguo, un retrato del Rey Alfonso XIII y la Reina María Cristina presiden la entrada hacia una escalera casi palaciega, casi 100 años de sanidad privada y pública de beneficencia, pública de Insalud, pública de la Consejería de Sanidad madrileña. Quizá sea su origen noble otorgándole el orgullo de un hidalgo lo que inspira, a los que participan y se implican en el día a día del hospital, para ser más humanos, mirar más a los ojos de los pacientes, buscar más la colaboración entre todos los servicios y estamentos. Pero ayer hubiera dado un puñetazo en la mesa y no lo hice, por eso invoco a mis lectores para compartir estas reflexiones.

¿De qué sirve todo esto cuando otros compañeros de la Sanidad Pública son capaces de demorar cuatro semanas la inyección que necesitaba una gestante Rh negativo como profilaxis de la enfermedad hemolítica del recién nacido porque mi paciente no había seguido la burocracia correcta?

Podemos pensar y trabajar para cambiar las leyes, la burocracia, los contratos, las jornadas laborales, la estructura de la organización pero no podemos esperar que los pacientes nos tengan respeto, nos admiren y nos aprecien, si lo más importante para nosotros es manifestar el descontento por los malos sueldos(mejores, dicho sea de paso, que el de los colegas del ámbito privado, debe ser el único lugar del mundo), el exceso de trabajo -muchas veces por querer hacer en cuatro horas lo que podría hacerse en seis si no hubiera que salir corriendo-, malvivir con una burocracia evitable, algún sistema informático arcaico o gerentes sin voz ni voto en la gestión de sus centros.

El círculo del bullying pacientes-sanitarios debemos romperlo nosotros poniendo a los pacientes por delante de cualquier otro problema. No busquen sonrisas de pacientes si reparten tortas, convirtamos el círculo en una curva exponencial que recorriendo el camino de la empatía y la humanización obtiene el apoyo para cambiar lo que no nos gusta de esta Sanidad Pública.