Opinión

Detrás de la mirilla

La fiebre del teléfono móvil.

La fiebre del teléfono móvil.

  1. Opinión

Por Miguel Ángel Villalba Sáez

- Querida abuela, de verdad que me preocupas. Apenas oyes un ruido en la comunidad de vecinos, sales disparada hacia la mirilla de la puerta. Con la limitada imagen que puedes ver a través de ella, combinada con el sonido que has percibido y con algún que otro elemento como la hora del día, tienes suficiente para formarte una opinión o montar una historia alrededor de algún vecino. Historia que a veces nos cuentas o te cuentas a ti misma, hablando en voz alta, con una vehemencia tal que es difícil dudar de su veracidad. Sales poco a la calle y cuando lo haces y te encuentras con alguno de esos vecinos objeto de tu seguimiento o de tu feroz crítica, no te preocupas en intentar conocerlo mejor hablando un ratito con él, porque ya tienes tu opinión formada. Sin embargo, pierdes la noción del tiempo cuando te reúnes con esas dos colegas de mirilla que tienes y con las que puedes estirar indefinidamente un pequeño chisme, creado a través de vuestras limitadas fuentes de información, y que se convierte en un elemento de autocomplacencia del grupo. Por otra parte si sumases todo el tiempo que pierdes seguro que podrías dedicarlo a algo más productivo.

- Querido hijo, no critiques a tu abuela porque te vengo observando y cada día te pareces más a ella. Apenas emite tu móvil algún sonidito de aviso y ya lo tienes en la mano revisando las redes sociales. Con la limitada, y pocas veces contrastada, información que recibes a través de un escueto titular o de los 140 caracteres, combinado con la simpatía que le tengas al emisor, confeccionas tu propia micro historia que compartes apresurada y vehementemente. Sigues a gente que criticas pero sin ánimo de intentar empatizar, de conocer su realidad. Cuando sales a la calle solo te reúnes con colegas afines y se os ve sentados en el bar, cabeza agachada, inmersos en la pantalla del móvil compartiendo chismes y buscando esa caricia en el lomo cibernética representada por los me gusta y los retuiteos. Finalmente tu abuela ya tiene su vida resuelta mientras que tu no avanzas en tareas que te podrían hacer progresar porque interrumpes continuamente la concentración que requieren, para ponerte a mirar el móvil.
Así pues, hijo tú también te pasas la vida detrás de la mirilla. Una mirilla más moderna pero igual de limitada y limitadora.