Querido Pedro

Por Raúl Castro

Querido Pedro:

Reconozco que me pareciste un revulsivo, alguien fresco, con ideas y modos nuevos, cuando asomaste a la primera plana política. Listo, ambicioso, supiste adelantar a nombres casi dados por hecho y eso me pareció muy inteligente y audaz de tu parte. Empecé a desconfiar el día de tu toma de posesión, cuando en tu discurso, más que presentar futuro, hiciste patente que el futuro sería para descabalgar al presidente. Y llegaron las primeras elecciones y no saliste, te diste un batacazo monumental.

Lejos de sacar lecciones vitales -animado por tu coro celestial- te dedicaste a minimizar el golpe buscando comparaciones con otros. Tuviste la soberbia y la osadía de aceptar el encargo del Rey sabiendo que los compañeros de viaje te podían dejar en el camino. Y así fue. 

Ahora llevo unos días siguiendo el esperpento en el que has sumido al partido al que dices que quieres con tu forma de entender el poder en contra y saco algunas conclusiones para el siguiente:

• Cuidado al elegir a tus consejeros. Un líder mesiánico como tú lo eres, Pedro, debería haber prestado más atención a las personas de las que se rodeó. Cuando alguien tiene un carácter tan ambicioso es fácil caer en el error de creer que quienes te aconsejan lo hacen de manera objetiva. Cuando, sin embargo, lo que realmente hacen es regalarte los oídos que para ellos es mucho más fácil y, sin duda, tiene un retorno personal mayor.

• Escucha, escucha y escucha. A todos. Y decirlo no es necesariamente hacerlo. “No es no”, ¿qué parte del no no han entendido?, son expresiones que atraparon a quien las dijo, y ya no les dejan salir de ellas. Están tan cargadas de soberbia e inquina personal que te han impedido oír a nadie más que a tu coro celestial, gente bien pagada y bien comida, que nunca habrían imaginado estar en puestos de responsabilidad en ningún otro sitio.

• Hay que ir con los tiempos. Posiciones frentistas más típicas de principios de otro siglo, donde en lugar de estar con los míos estoy contra los otros, tienen un recorrido corto, muy corto. Y el partido está como está por frentista, por haber tomado de su propia medicina. En lugar de estar con Susana, estoy contra Pedro. Y en lugar de estar con Pedro, estoy contra Susana. Y ambos, en lugar de estar con vosotros mismos, estáis contra el PP. Y así os ha ido. ¿No mandabas a los militantes a levantarse? Pues se han levantado, pero contra ti.

• Un líder ha de ser como el bambú, sólido y flexible. En el mundo en el que vivimos ya hay ya pocos axiomas insustituibles. No hay dogmas que no estén para cambiarse. Hay que oír, escuchar -que no es lo mismo-, y aprender y adaptar cosas nuevas que sirvan a quienes quiero representar. Vengan de donde vengan.

• Mirar hacia delante. Todo el revisionismo frentista del pasado os ha atrapado en estar más preocupados de tumbar y dañar al otro, que en armar un buen discurso ilusionante de futuro. Y cuando uno conduce mirando al retrovisor, acaba pegándosela.

Ahora, querido Pedro, has dejado un desolador paisaje en tu partido de gente desnortada que ya no sabe a quién gritar, a quién insultar y a quien decir que se vaya. El espectáculo de este fin de semana en Ferraz es más propio de un país de quinta que de una democracia europea. Porque con el espectáculo de estos días has hecho más por mantener a Rajoy que todo lo que pretendiste hacer para sacarlo.

Ya sólo te queda disfrutar en casa con una cerveza, cuando al otro partido le llegue el momento, que le llegará, por estirar el chicle como lo están haciendo, cayendo bajo sospecha todos y cada uno de sus directivos. Que vean en vuestro espectáculo lo que les va a acabar pasando si no toman medidas antes.