La libertad de navegar

Josep Pineda Guerra - Bergantín Goleta Enriqueta - Acuarela sobre papel -49 x 70 cm.

Josep Pineda Guerra - Bergantín Goleta Enriqueta - Acuarela sobre papel -49 x 70 cm.

Por Marta Teixidó

(Reseña de la exposición Velers del segle XIX, de la galería Fernando Pinós de Barcelona)

La navegación ha constituido para el hombre uno de las máximas expresiones de libertad. Desde tiempos inmemoriales, el hecho de surcar las aguas ha tenido profundos y hondos significados, al margen del transporte de mercancías o de pasajeros, y el arte ha sabido captar deforma embriagadora, el espíritu aventurero de hombres de mar que han comandado todo tipo de embarcaciones: buques de guerra, goletas, gabarras, barcos de pesca, o de vapor… todo un sinfín de navíos inmortalizados sobre lienzo.

La galería Fernando Pinós presenta hasta el próximo mes de septiembre la muestra Velers del segle XIX (Veleros del siglo XIX), un conjunto de óleos, técnicas mixtas y acuarelas sobre lienzo o papel, procedentes de su fondo de galería, en la que corbetas, bergantines, goletas y un sinfín de barcos de vela, e incluso buques de pasajeros, ocupan las paredes de la sala, gracias a la mano de Josep Pineda i Guerra, Salvador Pirretas Carreras, Josep Mongay, P. Matas, su capitán Antonio García, etc.

Una muestra que a muchos nos devuelve a filmes de aventuras marineras o a viajes por los siete mares a través de la literatura de Julio Verne o Emilio Salgari, en los que aparecen intrépidos lobos de mar, compañías navieras plagadas de retratos de sus buques –de hecho varias de las pinturas fueron expresamente creadas a petición de tales firmas para decoración de sus despachos– y donde vocablos como babor, estribor, palo de mesana, trinquete o mascarón de proa se hicieron tremendamente populares.

De entre los diez pintores dedicados a la marina, y especialmente a los barcos que pueden verse en esta exposición, dos destacan sobre manera por el conjunto de obra aportada. Josep Pineda i Guerra (1837-1907), marino, naviero y pintor marianista, presenta una panorámica azules intensos y profundos, en la que el velero señorea por los mares en olas alargadas y vistosas. En la muestra no son abundantes sus obras. No obstante, es quizás el menos bucólico y el más realista de los pintores expuestos, debido a su experiencia marítima. En algunas de las piezas pueden verse tres gaviotas revoloteando por el velero, como signo inequívoco de libertad, no sólo en la navegación, sino la del espíritu del ser humano. En sus obras se detecta elegancia y poderío, sobriedad y armonía.

Salvador Pirretas Carreras (1903 – 1993), fue pintor marinista a edad tardía. Titular de la peletería Tapieles & Pirretas, a los 65 años inició su trayectoria pictórica, a la que también añadió ex – votos y maquetas de barcos.

Pirretas presenta veleros poderosos y majestuosos veleros. La grandeza de los océanos simbolizando lo infinito y lo eterno, y los cielos nítidos sin nubes, sirven de fondo a Clippers y corbetas, que si bien representan el siglo XIX, su composición y su luminosidad son claramente del XX, en una imagen mucho más estilizada y moderna.

Ambos ofrecen un meticuloso trabajo. Sus buques detallados con precisión, con extremo cuidado en los detalles, perfecto equilibrio en la composición permiten evocar una plácida sensación, no exenta de romanticismo, en un siglo como el XX, que dejó de navegar a vela para hacerlo con carbón o con los generadores eléctricos actuales.

A destacar también mares tormentosos, con veleros agitados por la bravura del oleaje como los de “su capitán Gumersindo Alonso” que impresionan por su fuerza y tremendismo o los vapores de “su capitán Antonio García” o de Josep Mongay, que contrastan con el romanticismo de las velas, pero que imponen su presencia dentro de la evolución tecnológica de la navegación.

A través de esta muestra, el espectador puede captar una significativa variedad de aspectos relacionados con el hecho de navegar; desde imponentes navíos a como refleja J. Vagué y su Augustus a una estampa plenamente mediterránea como Sitges de autor anónimo y realizado en 1880.

Una exposición en la que el mundo marítimo, y el de los veleros en particular es pródigo en formas en estampas vigorosas, que dan alas a la fantasía, y a la libertad.