Hablamos de Venezuela porque llevamos años sin mirar a España

El presidente venezolano Nicolás Maduro/Reuters

El presidente venezolano Nicolás Maduro/Reuters

Por Irene González Fernández, @irene_freedom

Muchos son los indignados en estas semanas previas a la campaña electoral porque Venezuela esté presente en el debate político. Sin embargo, lo verdaderamente importante de estas últimas semanas es precisamente la determinación de silenciar el tema intentando provocar en la opinión pública hartazgo, aburrimiento, apatía e indolencia, cuando no connivencia y apoyo total al régimen opresor de Maduro. La directriz surgida desde la cúpula de Podemos, es decir, Pablo Iglesias, ha sido esparcida y repetida desde diversos medios y redes sociales bajo los siguientes mantras: “¿Qué nos importa Venezuela cuando aquí hay desahucios?” ”Ser un país sólidamente democrático significa no hablar de terceros países” y mi favorita, por su Perogrullo y trágica eficacia, ”España no es Venezuela”.

Respecto a la consigna “Venezuela no es España”, que anestesia el intelecto haciendo que la gente se encuentre cómoda en este páramo de valores, ideales y dignidad en el que se halla nuestra sociedad, no voy a mencionar los motivos dados y ciertos, por unos pocos que se resisten al silencio, ante el aviso de abismo.

No voy a mencionar por tanto los lazos históricos, culturales y familiares que nos unen a un país hermano, no voy a mencionar que las mismas propuestas del chavismo, incluyendo sus mentiras, están en las medidas estrella del programa de Podemos: la renta básica (nunca lo cumplió Chávez, para los que esperen la paga), el revocatorio, la utilización de la política monetaria como falsa fuente de financiación de la deuda, la nacionalización de los medios de comunicación...

Y por supuesto, no voy a mencionar que quienes se han pasado años hablando de las maravillas del régimen en Venezuela y del Comandante Chávez, que quienes han trabajado asesorando al régimen chavista cobrando un dinero expoliado a los venezolanos, son los creadores de Podemos en España.

Lo que sí quiero mencionar son las principales circunstancias que ya se dan en nuestro país y que constituyen la base perfecta para que la aplicación de las medidas comunistas, que no socialdemócratas, como quieren imponernos con esta nueva campaña de silencio, manipulación y neolengua de Podemos, nos lleven a la misma situación que Venezuela.

-La corrupción política. Es la semilla más fértil para que el hartazgo, rabia y frustración de los ciudadanos les lleve al voto del odio, a votar a quien sea que denuncie la misma, incluso sin ninguna garantía de que vaya a ser mejor.

-La corrupción judicial. Los responsables del mayor caso de corrupción y expolio de las arcas públicas del norte del Atlántico, la familia Pujol, siguen sin entrar a prisión. La connivencia de jueces, fiscales, y de abogados del Estado, en actuaciones de esta índole, nos indican que la independencia judicial lleva años bajo sepulcro. Nuestro sistema judicial, politizado hasta la bandera que no desde la Primera Instancia, es un elemento fundamental para que la impunidad de los que nos gobiernan sea el salvoconducto que les permita llevar a cabo cualquier actuación. La Justicia cada vez más la percibimos como injusta.

-La educación. La cesión de esta competencia a las CC.AA. ha contribuido a la utilización política de la misma, especialmente en las regiones nacionalistas, siempre con el beneplácito de los distintos Gobiernos centrales. Una sociedad que no ha sido educada en el libre pensamiento, carece de armas para defender sus libertades y derechos fundamentales, principalmente porque no es capaz de identificar la tiranía y frases como Venezuela no es España, les permiten continuar sintiéndose cómodos en la calidez de la ignorancia.

-La corrupción en los medios de comunicación. La situación de suspensión del régimen de derechos y libertades que sufre Cataluña, no podría haberse dado sin la participación de todos los medios de comunicación catalanes. Si la prensa, lejos de denunciar al poder, actúa como brazo ejecutor de sus políticas nacionalistas, y la educación como el otro, añadiendo que los Tribunales no actúan, la población acaba viviendo bajo una burbuja de mentiras, dejándola sin armas para defenderse de la tiranía y la corrupción.

Leopoldo López, en su magistral, inspirador e inolvidable discurso antes de entregarse a la Justicia Injusta, y ser arrestado como preso de conciencia, por el único motivo, único, de denunciar la situación que vive Venezuela con su palabra, llena de fuerza, convicción y valores democráticos, pronunció las palabras con la fortaleza del líder que es: “Si mi sacrifico sirve para que Venezuela despierte, bien vale el sacrificio”.

Los venezolanos no quisieron ver, hasta que fue tarde. Según las encuestas, en España hay muchos que ni ven, ni quieren ver, asumámoslo. El problema real está en que llevamos años adormecidos bajo la venda, instalados en la cálida ceguera, y ha llegado la hora de cruzar la calle.