El voto del sufrimiento y la desesperación

El líder de Podemos durante la entrevista con la periodista Ana Pastor/EFE

El líder de Podemos durante la entrevista con la periodista Ana Pastor/EFE

Por Miguel Lázaro, profesional del Turismo, escritor, blogger y ciudadano, @miguel_lazaro_

Cuando te has quedado sin nada que perder, cualquier promesa es una esperanza a la que aferrarse. La exclusión social y las dificultades que hemos sufrido en los últimos años hacen que no nos comportemos de forma libre, coartando nuestras decisiones, basándolas en el miedo a quedar fuera sin apoyos para seguir.

Si hay algo por lo que felicitar al partido de Pablo Iglesias, es por haber sabido rentabilizar, instrumentalizar y servirse de la necesidad y del sufrimiento de los que han quedado fuera del sistema, o han estado a punto de estar sin nada.

Si bien hace una década, la clase media española era el reclamo habitual entre los vendedores de productos y servicios, ahora todo el esfuerzo del marketing está basado es rescatar clientes de alto poder adquisitivo y fidelizarlos. Parece una contrariedad, cuanto más se ha empobrecido el poder adquisitivo de los españoles, las empresas apuestan por vender más caro a quien está en la cima de la pirámide. Curiosa adaptación, cuando hay familias que hace cinco años que no pueden ni irse de vacaciones. ¿Por qué ocurre esto?

La riqueza del país es la misma, aunque suene duro decirlo, así es. España es igual de rica o más que hace una década, pero la renta disponible de la clase media ha quedado en muchos casos al límite de la pobreza, no teniendo margen de maniobra para recuperarse si se cae, o bien desapareciendo poco a poco, rozando la exclusión social. Este país sigue siendo rico, pero el dinero, el cash, el líquido… escasea porque ha trepado hasta arriba, convirtiéndose en simples dígitos que amasan las grandes fortunas.

Podemos, el partido de Pablo Iglesias 2.0, parece querer vengarse en nombre de todos los españoles que han sufrido. Vengarse de todos aquellos que han amasado grandes fortunas, a costa del sufrimiento ajeno y de la corrupción. El problema es que el ciudadano que antes trabajaba, cotizaba, tenía una casa que podía pagar y podía salir adelante, ahora tiene que hacer doble o triple esfuerzo para no quedarse fuera, y ve a Podemos como una tabla de salvación. Es lo que necesita ver, lo que necesita oír.

Este español medio, quiere tener una seguridad que le garantice que no va a quedarse fuera, y que al menos va a tener un mínimo vital pase lo que le pase, que va a ser más difícil que le echen del trabajo, y que además le van a devolver todo lo que le han robado. No quiere sufrir más, y por ello está dispuesto a creer. El votante no se equivoca votando, cree en lo que vota porque quiere, necesita o le conviene que ese programa se haga realidad.

Estos votantes son el escudo humano de Podemos, un partido formado por personas con un perfil muy alejado del de sus votantes: una élite social, que se erige a sí misma como única y legítima para gobernar, elegida “por el pueblo”. Debe ser que al resto de fuerzas políticas, no las ha elegido el pueblo, sino las carpas del Retiro.

Un partido político que basa su ideología en la confrontación entre los ciudadanos de un mismo país, haciendo “los malos” a todos aquellos que no comparten su ideología, en ocasiones no demasiado clara, pareciendo “a la carta” según el territorio en el que se escuche su discurso, y que solo quiere gobernar para los adeptos a su régimen, no para todos.

El cumplimiento de un programa no realista, condicionado a politizar y a imponer la presencia de sus representantes en cada una de las instituciones, medios de comunicación y estamentos públicos. Un proyecto de estado basado en la imposición de unas ideas, olvidando la realidad ciudadana, engrosando el peso muerto de las instituciones, con puestos y más puestos asignados solamente a los adeptos al régimen, por confianza, afinidad o simpatía. Eso sí, descabezando todo lo anterior, todo tiene que ser de color morado, si no… no vale. Y como no vale, se criminaliza, persigue, censura y discrimina: o estás dentro, o estás en contra. Este es el voto de la desesperación.