Unión política contra la amenaza del Brexit

Un pensionista pasa por delante de un bus de la campaña pro-brexit/Neil Hall/Reuters

Un pensionista pasa por delante de un bus de la campaña pro-brexit/Neil Hall/Reuters

Por Guillermo Passas Varo

Muchos decíamos hace algunos meses que la jugada de Cameron con el referéndum sobre la relación de Reino Unido con la Unión Europea se iba a parecer a lo de Escocia. Hoy lo corroboramos, pero aun así no podemos garantizar que esa maniobra vaya a llevar a Gran Bretaña por el camino que tanto su economía como su sociedad necesitan, que es la permanencia en la Unión Europea.

Los tories británicos son posiblemente el partido político con más poder blando de este planeta, y por ello los más diestros en las sutilidades de la política. El partido que ha albergado a grandes demócratas como Winston Churchill es, en cambio, el mismo partido que financia a los ultracatólicos de Ley y Orden en Polonia para que declaren su insumisión ante la Unión Europea. Está por tanto dentro de esa particular “coherencia” conservadora promover el euroescepticismo para después declararse firme partidario de la permanencia de Reino Unido en la UE.

Inteligentes, sin duda alguna, pero al mismo tiempo defienden, como de costumbre, sus propios intereses. Mientras critican a la Unión por ser poco democrática, negocian bajo cuerda un modelo que nos devuelva a la Europa de los Estados y nos aleje de la Europa de los ciudadanos, son al mismo tiempo defensores y detractores de la democracia supranacional, y esto es algo que el resto de europeos no deberíamos permitir.

Avanzar hacia los Estados Unidos de Europa es el mayor reto de nuestro continente en este siglo, y hacerlo pasa necesariamente por hacer crecer nuestros derechos políticos. ¿De qué sirve estar en una Unión en la que las opiniones del Primer Ministro británico cuentan más que las de la mayoría de los ciudadanos que están sujetos a sus normas? La Unión Europea de Cameron sería precisamente la Unión Europea de la que nadie querría formar parte, una Unión de Estados que aíslan a sus ciudadanos dentro de sus propias fronteras.

Se debe, en mi opinión abogar por acabar con los ciudadanos-burbuja, y comenzar a concienciar a los europeos de que deben sentirse parte de un proyecto común, ilusionante y lleno de nuevas oportunidades y esperanzas, un mundo del que nos sintamos parte, y sobre todo un mundo que funcione.

En palabras del portavoz del grupo de ALDE en el Parlamento Europeo, Guy Verhofstadt, la Unión Europea, si no avanza en derechos políticos, no sobrevivirá. Pero el aliado no será Cameron, que está utilizando sus argumentos en contra como su principal arma para desestabilizarnos, sino las personas que vivimos dentro de este proyecto supranacional, los ciudadanos europeos.

Contra el Brexit, unión política, de otra forma seguiremos centrando nuestra atención en las extravagancias de los Reinos de Taifas europeos, nos estancaremos en el Estado nación y jamás nos dirigiremos a un futuro próspero en el que las fronteras entre europeos sean una mera reminiscencia del pasado.