Ideología de género, suma y sigue

Por Pedro Peral

A mediados del presente mes, la Región de Murcia aprobó por unanimidad una ley que, entre otras medidas, obligará a que en todos los centros públicos, concertados y privados que impartan enseñanza Primaria, Secundaria y Bachillerato se explique la diversidad afectivo sexual desde las edades más tempranas “eliminando los estereotipos de normalidad basados en la heterosexualidad como la única orientación sexual válida y admitida". Como en otras CC.AA. este tipo de ley vulnera el derecho constitucional de los padres de educar a sus hijos de acuerdo a sus convicciones.

La Ideología de Género se introduce en España con la Ley Orgánica 2/2010, del 3 de marzo. La primera parte de la Ley está fundamentalmente dedicada al tema del aborto, pero hay unas pocas frases en el texto que hacen referencia a la Ideología de Género, con el tema de la perspectiva de género, con lo que ésta adquiere carácter legal e incluso pasa a ser un derecho. 

Con la herencia de R. Zapatero, España se colocó a la cabeza del mundo en la relativización de los roles sexuales - ley del aborto, prácticamente libre, matrimonio homosexual con derecho a adoptar, impregnación “generista” en la educación, entusiástica perseverancia en la liberación sexual…- todo ello vendido como profundización de la democracia y extensión de derechos.

La ideología de género, como ha escrito Pedro Trevijano, es hija de dos ideologías: la relativista y la marxista. Propugna la sustitución del concepto de sexo, determinado biológicamente, por el de género, construcción cultural. En un intento de emancipación feminista afirma que “la mujer no nace, se hace” para finalizar mostrando su hostilidad hacia la maternidad, determinación natural de la que la mujer debe ser liberada al tiempo que sostiene que el papel de madre, como construcción cultural, debe ser redefinido y ser asumido por varones o lesbianas.

Como otras ideologías, ésta tiene pretensiones totalitarias: imponerse como herramienta de dominio que configure la vida social e incluso a la familia y a la persona humana. Es inquietante que algunas ideologías de este tipo, que pretenden responder a ciertas aspiraciones a veces comprensibles, procuren imponerse como un pensamiento único que determine incluso la educación de los niños.

Si la naturaleza humana y sus leyes propias, designio del Creador, no existe, todo es cultura, creación convencional del hombre. Nada impide entonces que la técnica sustituya a la Ética.

La ideología de género es la última rebelión de la criatura contra su condición de criatura.

Con el ateísmo, el hombre moderno pretendió negar la existencia de una instancia exterior que le dice algo sobre la verdad de sí mismo, sobre lo bueno y sobre lo malo.
Con el materialismo, el hombre moderno intentó negar sus propias exigencias y su propia libertad, que nacen de su condición espiritual.

Ahora, con la ideología de género el hombre moderno pretende librarse incluso de las exigencias de su propio cuerpo: se considera un ser autónomo que se construye a sí mismo; una pura voluntad que se autocrea y se convierte en un dios para sí mismo.
 
El amor a la verdad no quiere decir intransigencia con las personas que se equivocan. Las personas han de ser respetadas siempre. Una cosa es comprender la fragilidad humana o la complejidad de la vida, y otra cosa es aceptar ideologías que pretenden partir en dos los aspectos inseparables de la realidad. Somos criaturas, no somos omnipotentes. Lo creado nos precede y debe ser recibido como don. Al mismo tiempo, somos llamados a custodiar nuestra humanidad, y eso significa ante todo aceptarla y respetarla como ha sido creada.