Ramón Casas: la vida moderna. Elegancia, sensibilidad y maestría

Museu del Modernisme Catalá/Marta Teixidó

Museu del Modernisme Catalá/Marta Teixidó

Por Marta Teixido, crítica de arte

En plena segunda década del siglo XXI, hay artistas a los que jamás podrá dejar de rendirse culto, por encima de la admiración. Y ello es debido a que en la contemplación de su obra, si quien la observa es receptivo a la emoción del arte, siempre se sentirá abrumado no tan sólo por la creatividad propia del artista, sino por algo que muy pocos saben emanar a través de sus obras: la sublimación.

Es así en la muestra Ramon Casas, La vida moderna que el Museu del Modernisme Català ofrece en conmemoración del 150 aniversario del nacimiento del pintor hasta el próximo mes de mayo. Ramón Casas i Carbó (1866-1932) dispuso siempre de una privilegiada situación económica, al pertenecer a esa burguesía que retrata. Ello le permitió abandonar el colegio a los 12 años para entrar en el taller del pintor Vicens. Fue un artista precoz, y no satisfecho con la pintura “oficial”, a la edad de 15 años se trasladó a París, ejerciendo de corresponsal para la revista L’Avenç, de la que fue fundador y en la que publicó su primer dibujo.

Conocido fundamentalmente por sus retratos, caricaturas y pinturas de la élite social, intelectual, económica y política de Barcelona, Madrid y París, fue también diseñador gráfico, contribuyendo sus carteles y postales a perfilar el concepto de modernismo catalán, muy distinto del Art Nouveu europeo. La muestra comisariada por Gabriel Pinós reúne casi 130 obras, entre óleos, dibujos y carteles procedentes del propio fondo del museo, la galería de arte Gothsland y mayoritariamente de colecciones particulares, así como museos y fundaciones.

Dividida en siete bloques temáticos: Vida cotidiana: Ramón Casas observador del su tiempo; Crónica de una época; De “Els quatre Gats” a las cuatro ruedas: Las complicidades de Ramon Casas en la promoción del automovilismo en Cataluña; Pèl & Plòma; Chulas y manolas, estereotipos femeninos en el universo de Casas; (Julia) La mujer modernista, del sueño a la realidad y El retratista del Modernismo, en cada una de ellas el visitante observará una obra emblemática, técnicamente precisa, de acertada composición y de espíritu elevado, y en los retratos, con la habilidad de saber transmitir la psicología del retratado.

En Vida cotidiana: Ramón Casas observador del su tiempo, Crónica de una época y De “Els quatre Gats” a las cuatro ruedas: Las complicidades de Ramon Casas en la promoción del automovilismo en Cataluña, se aprecia su sentido de narrador de los tiempos en los que le tocó vivir, valorando su entorno a través de una observación innata que captaba a la perfección los divertimentos ciclísticos de la burguesía, tal vez un tanto caducos, pero que suponían motivo de competición o de reunión agradable: el afán por emular el automovilismo británico, los viajes por carretera como su supremo deleite, y máximo exponente de la vida moderna y activa, en contraste con la cotidianidad de la vida urbana, a través de piezas como: La Carga (1902); Guardias Municipales (1894); El entierro de Raimon Casellas (1910) o el cartel La Tuberculosi amenaça la vida y la riquesa de Catalunya (1929).

Con respecto a la cartelería, puede considerarse impactante, moderna y atrevida, sugerente y por supuesto motivadora del consumo. Siguiendo con los ámbitos de la muestra, Pèl i Ploma fue creada por Ramon Casas y el también pintor Miquel Utrillo con la finalidad de informar y promocionar de la heterogeneidad artística que se iba desarrollando en las principales ciudades europeas.

Chulas y manolas, estereotipos femeninos en el universo de Casas y (Julia) La mujer modernista. Estas féminas de porte señorial y aire desenfadado, las plasmaba de medio cuerpo, con mantones de manila, pañuelos o mantillas, y un vistoso colorido. A los 40 años de edad conoce a una joven vendedora de lotería, de 18 años, Julia Peraire, que pronto se convirtió en su modelo preferida, amante y finalmente esposa, a pesar de la oposición familiar. Julia representa la inspiración y el canon femenino del Modernismo, con una actitud rompedora, vital y glamurosa, deseosa de nuevos tiempos para la mujer, sin olvidar su idealización redentora.

El último ámbito expositivo está dedicado al retrato: El retratista del Modernismo. Damas y caballeros de la alta burguesía, de renombrado prestigio pero en ocasiones de procedencia oscura en tierras antillanas, ostentaban su riqueza y poder, simbolizando los mismos con los retratos de Casas. Así mismo, políticos, miembros de la realeza o la sociedad civil en general, ya que el pintor se relacionaba muy bien con la bohemia barcelonesa. Destacan también sus autorretratos

La exposición se complementa con la edición de un magnífico y exhaustivo catálogo, así como una nutrida representación fotográfica de la época.