Votos fugados

Por Sigfrido Samet

El editorial de ABC del 15/3/16 habla de “votos fugados”, y la columna de Ignacio Camacho (Rajoy al purgatorio) dice “recuperar votos de centro-derecha”. Son sólo ejemplos de lo que todos los días leemos en la prensa y escuchamos en los debates. Muchos ciudadanos votan una sigla, sin analizar su contenido real, su programa y antecedentes de los candidatos. Es similar a la elección de un equipo de fútbol para identificarse con él. Pero si a un “hincha” del Real Madrid se le ocurre cambiar su elección y, por ejemplo, volverse “hincha” del Atletic, a nadie se le ocurriría acusarlo de “fugarse”: la elección de equipo es arbitraria pero libre.

Los comentaristas y politólogos hablan como si los votantes fueran propiedad de cada partido y no tuvieran el derecho de votar a cualquier partido diferente de una elección a otra. Los partidos políticos son organizaciones cuyo fin es obtener el poder para sus cúpulas. Su mercado es el electorado y necesitan conquistarlo. Para eso presentan programas que suponen atractivos para un gran sector. Es decir, el objetivo del partido no es la concreción de ideas, sino que, a la inversa, las “ideas” son la zanahoria con la que atraen a potenciales votantes. Y -perdón por repetirlo- “derecha” e “izquierda” no son categorías políticas. El PP está continuando casi exactamente las mismas políticas que Zapatero impuso en el PSOE; sin embargo, suele decirse que uno es “de derecha” y el otro “de izquierda”. Como la característica de la derecha es ser conservadora y la izquierda ser revolucionaria, no tiene sentido calificar el nazismo como “derecha”, puesto que no fue nada conservador, sino que puso patas arriba a media Europa.