Nominaciones dramáticas y destapes grotescos

El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias/Ismael Herrero/EFE

El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias/Ismael Herrero/EFE

Por Francisco Miguel Justo Tallón, @pelearocorrer

Algo va quedando claro en la cosa política: tan importante es amagar como golpear, de hecho, a veces una finta duele más que un golpe real. El Partido Socialista no sabe aún qué se esconde tras la oferta de Pablo Iglesias, pero al amagar los morados han desenmascarado la verdad del PSOE: déficit de liderazgo. Pedro Sánchez dice una cosa por la tarde y a la mañana siguiente el aparato del partido emite un comunicado que lo desautoriza. En esta delicada partida de ajedrez cuentan tanto los movimientos reales como el vuelo de una mosca que amenazase el silencio del tablero. Postularse como vicepresidente ha sido un movimiento tan excesivo que aún no sabemos si se trata de un golpe maestro o de un gigantesco bluf.

Si en la formación de la Mesa del Congreso Ciudadanos se adelantó a Podemos, Pablo Iglesias ha tratado de retomar la iniciativa con su propuesta de Gobierno. En el ajedrez político es más importante la iniciativa que conquistar el centro del tablero. La iniciativa es la música para que los demás bailen. Alguien dijo que bailar sin música es como tener sexo sin amor; en política bailar sin música equivale a pactar con un partido ideológicamente opuesto. En esta lucha por llamar la atención antes y mejor que el otro, los morados parece que siguen de campaña. Tengo ganas de verles manejar el poder para ver si alguna de sus promesas es viable, en construir un discurso e interpretar la realidad está claro que no tienen rival. Pero gobernar es otra cosa.

Ahora Pedro Sánchez contraataca ensanchando el espectro político de una posible coalición con Ciudadanos y Podemos. La jugada tampoco es mala, sobre todo porque parece robarle el papel conciliador a Albert Rivera, dando la sensación de que no se trataba de unir a los viejos partidos sino a los nuevos. Si los socialistas consiguen que Rivera e Iglesias se besen quedarán como los auténticos valedores del nuevo discurso democrático.

En la rivalidad política se esconde la verdad de la burocracia: dar muchas vueltas para conseguir un papelito, un certificado, un cargo, marear la voluntad para que uno no sepa ya qué quiere. Así, la contradicción viene a ser la condición sine qua non para que un político obtenga el visto bueno de otro político: ok, es de carne y hueso, es como yo.
Rajoy apuesta por el Zen y está sin estar, se presenta como candidato renunciando a presentarse, su capacidad para convertirse en humo le valdrá la canonización de la Iglesia, mientras tanto va obrando milagros, sin hacer nada, en caso de repetición de elecciones, las encuestas le dan más diputados de los que tiene ahora: nadie gestiona mejor que Mariano Rajoy la nada.

El panorama político es bien entretenido y el líder de Podemos ya pretende que todo sea televisado: en el siguiente gran hermano van a llenar la casa de políticos, me han dicho que a Mercedes Milá le pone Errejón. Seguro que hay nominaciones dramáticas y destapes grotescos.