Al búnker con vaqueros

Pablo Iglesias, promete acatar la Constitución/J. J. Guillén/EFE

Pablo Iglesias, promete acatar la Constitución/J. J. Guillén/EFE

Por César Sampedro Sánchez

Podemos ha llegado al hemiciclo con vaqueros, bicicleta y charanga. Parece que han querido hacer normal lo que la gente debe ver normal, y ese escenario no me parece mal. De hecho ya Suárez pedía en la transición “elevar la política a la categoría de lo normal”.

El Congreso representa la soberanía nacional, fue construido en época de Isabel II, y desde 1977 sus representantes han estado en la categoría de lo normal. Lo ha expresado con brillantez Manuel Jabois en El País: normales fueron los diputados constituyentes, los que vivieron el 23F, algunos permanecieron sentados en la butaca y otros como el general Gutiérrez Mellado se enfrentaron directamente a los que querían asaltar la democracia (una de las imágenes de la reciente Historia de España indeleble en mi retina): aquella noche el Congreso fue el templo sacro santo de la democracia, normales fueron también los diputados del PSOE y militantes de UGT que se opusieron a la reconversión industrial de Felipe y secundaron las huelgas generales de finales de los ochenta, normales los que votaron contra la guerra de Irak de Aznar y los que se abstuvieron o votaron en contra de las medidas de Zapatero en mayo de 2010.

Por eso me sorprende que Iglesias, en calidad de profesor de Ciencias Políticas, utilice la palabra “búnker” para referirse a PP, PSOE y C’s de forma tan liviana. Algunos a los que se refiere como búnker ya luchaban por la democracia antes de que el naciera. Porque el búnker, era según expresada por Santiago Carrillo (revise señor Iglesias sus referentes) la derecha extrema, los falangistas, los que se oponían de forma cerril a cualquier tipo de apertura a la democracia. Girón de Velasco y Blas Piñar: eso y no otra cosa era el búnker. El búnker por cierto fue superado por el diálogo de Felipe, Suárez y Carrillo. Y del arduo trabajo de consenso constitucional entre Alfonso Guerra y Fernando Abril Martorell, entre otros.

Entendemos que ahora exista la moda de los vaqueros, atuendo desenfadado y con rastas, pero eso no es política, ni nueva ni vieja, es imagen que puede convertirse en distracción. Legislar es otra cosa. Como lo es predicar y dar trigo. Convertir en espectáculo mediático la sesión de constitución en el Congreso, tal vez con la intención de esconder un discurso brillante de un político también normal, elegido presidente de la Cámara. La cámara baja no es un plató de televisión. Por último, la política nueva, como señala el citado columnista se construye sobre la vieja, y exige siempre sacrificios, cesiones, diálogo y trabajo. Para eso les hemos votado. Veremos.