Mi última noche de Reyes

Miguel Ángel Molina/EFE

Miguel Ángel Molina/EFE

Por José Ramón Ramírez Rubio (@elseisdoble)

La que llaman noche mágica de los Reyes Magos dejó para mí de tener su embrujo ya hace muchos años, no sé cuantos. Primero eres niño y la disfrutas, luego eres padre y la ofreces... pero, pasa el tiempo y el encanto se va diluyendo como un azucarillo. ¡Ley de vida!, dicen algunos.

Hoy, día de Reyes, me he levantado como cualquier día dispuesto a afrontar la cotidianidad, porque ya no me queda nada más que cotidianidad que, al fin y al cabo, no es poco.

Siento frío en la casa, quizá el primer café ardiendo de la mañana sofoque esa sensación un tanto gélida que va calando y, a la vez, haciéndome sentir algo a disgusto en mi propio hogar.

Me froto las manos con rapidez y de una manera intensa a la espera del pitido de la cafetera. Escancio el café en la taza para que se formen burbujas en la superficie y, así, verlas explotar y convertirse en una leve espumita que cubre el negro intenso del contenido.

El aroma se va esparciendo por la atmósfera, parece que atenúa ese frío extraño que tiene hoy la casa. Cojo un periódico de ayer que tengo a mano, aún huele a tinta, no entiendo una buena taza de café sin leer algo.

De pronto, me doy cuenta que el balcón está abierto; ahí puede estar la explicación a esa temperatura inferior a lo normal que hoy predomina en toda la vivienda. Qué raro, yo diría que anoche lo dejé todo cerrado.

Abandono por un momento el café y la prensa, llego hasta el balcón y quedo asumido en el asombro al contemplar en el suelo mis zapatos con una naranja dentro en cada uno de ellos. Corrió por dentro de mí un ardor que casi llega a ahogarme... era precisamente el regalo que muchos años me trajeron los Reyes Magos a mi humilde morada: dos naranjas, una por zapato. En mi casa no había para más y Sus Majestades nunca dejaban juguetes en las casas de los pobres, algo que nunca entendí hasta tener uso de razón.

Volví a la mesa con los zapatos y las naranjas, el café se había enfriado, el periódico seguía siendo el de ayer...