El dandy y el ser superior

Biel Aliño/EFE

Biel Aliño/EFE

Por Federico Echanove Guerra Del Río

Uno, qué quieren que les diga, nunca ha sido madridista y siempre ha tirado más hacia lo rojiblanco que hacia lo merengue. Pese a vivir desde pequeño a menos de cinco minutos del Estadio Santiago Bernabéu. Pero no creo que tenga ningún mérito. No son más que formas de ser.

No obstante siempre me cayó bien Rafa Benitez. En gran parte fue el responsable de que no hace tantos años, gracias a aquel Spanish Liverpool que se proclamó campeón de Europa en Estambul en cinco minutos (y a aquellas retransmisiones por La 2 de la Premier League a cargo de Petón y el gran José Manuel Díaz) me reenganchase al llamado 'Deporte Rey'.

Una de las cosas que siempre me llamó la atención de Rafa fue su aplicación del análisis estadístico al fútbol y cómo durante un partido estaba más preocupado por las anotaciones de su libreta que por protestar al cuarto árbitro o por transmitir instrucciones a gritos a sus jugadores al límite de la zona técnica.

Era un ser de lejanías, un dandy al margen de la melé y de las bajas pasiones que suele suscitar el balón redondo. Pero con una distinción y una elegancia que no le impedían recibir a una tele en el hogar familiar de Liverpool cuando se quedaba en situación de desempleo. Y hasta de bromear ante las cámaras desde aquel retiro temporal y dorado respecto a su situación y mostrar cierta solidaridad con quienes no se lo habían montado en la vida tan bien como él.

Tiempo después llegaría su fichaje por el Madrid. Y yo pensé que aquello no le cuadraba mucho, aunque en el pasado Rafa hubiera estado en las divisiones inferiores de los blancos. Y, sobre todo, no me cuadraba a mí, porque si aquel tipo se convertía en entrenador del Real Madrid, yo iba a tener que hacerme un poco (aunque solo fuera un poco) madridista.

Y parece que entonces sucedió lo que tenía que suceder: que entre el ser de lejanías y la mayor conjunción de estrellas de la galaxia no puede (ni debe) haber nunca entendimiento ni compatibilidad: porque lo que precisan las estrellas para estar a gusto no es otra cosa que un Ser Superior que las coordine.

Y lo peor de todo fue que ante la constatación de tal evidencia Rafa no perseverara en mantener sus principios y su criterio. Porque por muy dandy que uno sea, se alcanza más honor al morir en el intento por mantener en la alineación a Casemiro que al ser expulsado a las tinieblas exteriores, pese a haber rendido pleitesía al jefe, tras haber obtenido unos malos resultados.