La sucia campaña

Kai Försterling/EFE

Kai Försterling/EFE

Por Alejandro Pérez-Montaut Marti (@alejandropmm)

Desde que comenzó la campaña electoral podemos ver como muchos españoles utilizan las redes sociales diariamente con el objetivo de hacer daño a los partidos políticos y a las personas que piensan diferente. La excesiva exposición de los líderes políticos en los medios de comunicación lleva a decir en las redes sociales lo que antes se decía en una cena entre amigos. La unión virtual de los mediocres que no tienen nada que aportar a la política real puede hacer mucho daño a los que sí tienen un proyecto para España.

Me asombra ver cómo una persona es capaz de hablar sobre lo que ni siquiera conocía antes de lanzarse el hashtag con el que se topa un buen día. Hashtag que le proporcionará su tuit de gloria. Tuit que le permite emitir una sentencia sin ser juez, importando poco la información proporcionada, su procedencia y su veracidad.

Muchos son los "escándalos" que azotan a Ciudadanos durante estos largos días de campaña. Escándalos frutos de la más pura casualidad, supongo. Muchos tuits sacados fuera de contexto, muchos falangistas neonazis en las filas del partido, muchos machistas que quieren hacer oídos sordos al drama de la violencia de género, mucho contrato único que favorece la precariedad y la explotación laboral. Espera, no se lo que es el contrato único... bueno, opino igualmente que es una mala idea sin informarme objetivamente, puesto que el líder al que sigo ciegamente así lo dice.

Con esta ironía pretendo expresar mi desencanto con la forma de hacer política que tienen algunos. Una campaña electoral debería servir para que un partido político explique su proyecto y convenza a los ciudadanos. Lo demás se verá en las urnas y los días posteriores, cuando de las promesas haya que pasar a la acción. Pero resulta que España es diferente, pues aquí interesa más la destrucción al adversario antes que el trabajo para obtener los mejores resultados electorales posibles por méritos propios. Aquí parece que algunos son más de poner la zancadilla a su competidor que de entrenarse para ser el mejor corredor. Afortunadamente, las personas que prefieren destruir antes que construir son pocas, pero muy ruidosas y molestas.

Las campañas de desprestigio, a largo plazo dan fuerza a la víctima y hunden al acosador. Las bases de Podemos se encuentren a diario lanzando mentiras y manipulaciones sobre Ciudadanos cuando hace escasos meses se quejaban de los constantes ataques por parte del Partido Popular. Sufrieron ese acoso que les obligó en un momento dado a organizarse para contrarrestar en las redes los ataques sufridos. Al final esa defensa se convierte en ofensiva, y el sistema que un día desarrollaron para protegerse, hoy les sirve para atacar al que ven que puede ganarles la partida. Pero con una diferencia, y es que Ciudadanos no ha promovido entre sus filas el odio hacia el resto de compatriotas, por mucho que puedan llegar a pensar diferente. Ciudadanos no se ha encargado de organizar múltiples hashtag a una determinada hora para poner en evidencia con mentiras a Podemos. Ningún militante de Ciudadanos se aventura a juzgar a un votante de otro partido, sin embargo al votante de la formación naranja se le ha llamado de todo a diario.

Algunos se permiten juzgar a una gran parte de los españoles, que según las encuestas votarán a favor de lo que creen que puede ser el cambio que España necesita.

Una de las causas de esta campaña sin sentido son las encuestas. Cada día nos despertamos con una nueva estimación de resultados, lo que supone motivación para algunos y enfado para otros. Si no existieran, a los militantes de los partidos no les entraría un miedo irracional al descalabre y no perderían la cabeza repartiendo insultos y manipulaciones a diestro y siniestro contra todo lo que se sale de su patrón rígido de pensamiento. Si no existieran las encuestas, las sorpresas serían mucho más emocionantes, y los resultados estarían menos influidos por la opinión de aquellos que no tienen nada que opinar.

Para terminar, quiero insistir en mi repulsa ante la impureza de esta campaña electoral. Una campaña que debería ser histórica y bonita, se convierte hoy en un burdo espectáculo de difamación y mentiras. A los que creen que con actitudes pueriles hacen daño, les diré que la crítica constructiva siempre ha de servir, venga de donde venga, pero los insultos, menosprecios y desvaríos sólo hacen que cada día más españoles crean en el éxito del partido al que le van a confiar su voto el próximo 20-D.