Ya basta de más de lo mismo

Sandra Jabalera/EFE

Sandra Jabalera/EFE

Por Víctor Llano

Aún faltan más de diez días para las elecciones y parece que quedaron viejas las encuestas y trasnochados los debates. Ya nos hemos situado en el 11 de enero. Por entonces, habremos comido las uvas y nos habremos entristecido y alegrado por la no siempre dulce Navidad. Pero como ahora, lo más probable es que en el segundo lunes de 2016 le sigamos preguntando a Rivera con quién va a pactar. O de aquí a entonces cambian mucho las cosas - y nunca será gracias a la televisión- o el catalán tendrá la sartén por el mango y el mango también. Pero de nada nos servirá preguntarle ahora por lo que hará entonces. No puede responder. No lo sabe. Ignora lo que le van a ofrecer.

Si Ciudadanos supera al PSOE en las urnas a nadie podría sorprenderle que los socialistas le ofrezcan sus votos para presidir el Gobierno. ¿Por qué no los iba a aceptar? Dependerá de lo que le pidan a cambio y no parece que los de –tal vez ya no entonces- de Pedro Sánchez estén en condiciones de exigir lo imposible. ¿Renunciaría el PP a los votos del PSOE para formar Gobierno? Jamás. Rajoy estaría encantado de contar con ellos. Así, amarraditas las dos, las cúpulas del PP y del PSOE salvarían el falso bipartidismo que les permite multiplicar su poder y con él sus privilegios en contra de los que elecciones tras elecciones les votaron.

Es más. ¿Por qué Ciudadanos no va a beneficiarse de la abstención de Podemos si a cambio no le piden traiciones siempre injustificables? De necesitarla Rajoy no renunciaría a la ayuda de Iglesias en el supuesto de que éste se la ofreciera. Para bien o para mal en España no elegimos presidentes, elegimos a los que los eligen. Es lo que hay. Y en democracia se aceptan las reglas que están en juego. No olviden cómo Rodríguez Sahagún llegó a ser un magnífico alcalde de Madrid. Mil veces mejor alcalde que Rajoy presidente.

El gallego no está en condiciones de exigir lo que de nada sirvió exigirle a él. ¿Recuerdan su debate con Rubalcaba? Con el tiempo hizo casi todo lo que prometió no hacer. Eso sí, entonces, sin mejillones por medio, sin cojines, sin partidas de futbolín apañadas y sin preguntas laudatorias del marido de una de sus ministras, tal vez la mejor.

Dicen que más vale llegar a tiempo que rondar cien años, y aquí y ahora está el de Ciudadanos con su baraka. Mucha de su gente sí, pero Albert Rivera no es santo de mi devoción. Muy mal soporto su descabellado intento de que le identifiquemos como el nuevo Adolfo Suárez. Ya puede perder toda esperanza. Por no olvidar no olvido el despropósito en el cayó con el invento de Libertas. Y lo que para mí es mucho más importante, en dos ocasiones le dije que no podíamos quedarnos sin saber de lo que no sabemos del 11-M y cambió de conversación. En eso sí, tan joven y tan viejo. No obstante, si logra acabar con el omnipresente poder de las cúpulas del PP y del PSOE, la mayoría de los ciudadanos, incluso los no del todo afectos, se lo agradeceremos. Ya basta de más de lo mismo.