En el sofá de Bertín

EFE

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Por César Sampedro Sánchez

Avanza la campaña electoral y los candidatos se esfuerzan por aparecer en todos los medios, en todos los platós, en cualquier espacio audiovisual, que se ha convertido en el nuevo sino de los tiempos políticos, complemento ineludible al tradicional mitin del discurso y la banderita.

Pero ya sabemos que para el presidente Rajoy esto de los nuevos tiempos políticos no va con él. Nada de “experimentos”, como el mismo dice. Y nada por supuesto, de asistir a un debate a cuatro con el resto de candidatos, para eso ya está la vicepresidenta, ahora “vicecandidata” para todo. No sé podía permitir Rajoy que le azuzaran el resto de los candidatos con el asunto de la corrupción, ni le mentaran al innombrable tesorero, ni le sacaran un portada de periódico (el director de este medio sabe bien lo que supuso para el devenir político y el suyo propio) que le noqueara por completo, como así ocurrió con su enviada.

Rajoy sigue prefiriendo el confort. En este sentido, el sofá de Bertín es un lugar ideado para el mismo, donde el entrevistador amigo le hará preguntas inocuas, con tono campechano y cordial. El entrevistado responderá con frases tópicas que le son habituales. Completará la entrevista cocinando mejillones al vapor. Todo muy bueno y muy español, como el toro de Osborne que adorna todavía nuestras carreteras.
De sus peores enemigos, como en el caso de Esperanza Aguirre, dirá que “hemos tenido algunas cosillas, pero eso es normal”, pelillos a la mar. Igualmente se declarará amigo de cualquiera que pase por la conversación: Paco Vázquez o Felipe González.

Gracias a Bertín, España descubrió al hombre humano que llevaba una legislatura sepultado bajo la piel de registrador de la propiedad: un Mariano tierno, encantadoramente simplón (en su relato del encuentro con Obama en un gimnasio solo le faltó pedirle un autógrafo). Un Mariano familiar, emotivo. Como no iba a ir al debate a cuatro, tuvo su “minuto de oro” en el futbolín, donde hay que reconocer que estuvo increíblemente suelto y gracioso. El sofá de Bertín fue casi tan cómodo como el de la residencia de Doñana donde pudo ver por plasma el llamado debate decisivo.

Tanto en el sofá como en la cocina, Bertín siguió cuidando al amigo: “no te vayas a manchar”, “dame eso, que te vas a cortar”. Mariano ya se sentía mejor, así que brindó “por el futuro de España”, confiado en que le va a dar otra oportunidad, o al menos tranquilo porque sabe que, si el 20D se tiene que ir, siempre tendrá su plaza en Santa Pola o el sofá de su amigo. Bertín fue el aliado idóneo para ayudar en lo posible a la vieja política y a la audiencia de TVE. Vale.