Desliar la madeja islámica

Remo Casilli/Reuters

Remo Casilli/Reuters

Por Maria Luz Simon Gonzalez 

De pequeña me parecía que desliar una madeja de lana o una bola de hilo era lo más difícil de la costura. Conseguir que bolas apelmazadas de hilo abandonadas en el fondo de un cajón porque su color o su textura no eran los más apreciados se convirtieran en material útil para transformarse en nuestros atuendos cotidianos o de los días especiales, me parecía arte de magia.

Hoy contemplando horrorizada los atentados de París, tras la angustia por los muertos de Beirut y pocos días más del dolor de los muertos rusos en Egipto, sintiendo que Siria y sus gentes pueden convertirse en un resto de la historia sepultado bajo la arena, en este momento, conociendo a duras penas todos los grupos que apoyan y luchan contra los distintos islamistas, radicales, integristas, herejes, con el estado de Israel como una manzana de discordia en medio de todo el polvorín y los millones de musulmanes del mundo que simplemente quieren vivir en paz con sus hijos sintiendo la bondad de Dios lo más cerca de su mundo; ante toda esta jungla de odios ancestrales vestidos de religión,no puedo más que pensar que la paz llegará de la delicada mano que sea capaz de desenredar esta madeja. Sin olvidar que, a veces, sólo se consiguen desenredar cortando algunos nudos que ni los más expertos dedos son capaces de separar sin dañar. Sin miedo a que las tijeras que cortan esos nudos más difíciles nos puedan herir. A veces las tijeras se caen y dañan a los niños que gatean a los pies de las modistas, pero la solución no es dejar la labor, no puede permitirse dejar la labor porque es su trabajo, es de lo que vive.

Cualquier problema importante precisa de soluciones integrales, “a Dios rogando y con el mazo dando” expresaba la tradición popular. Hacer un diagnóstico preciso del problema, porque si sunnies y chíies llevan más de mil años en disputas, sus seguidores más radicales se mueven en parámetros culturales de la edad media pero con el móvil en la mano e internet como arma el gérmen ha mutado y no se puede atacar con los mismo antibióticos que hace años. Si como dicen, algunos de estos ataques son de falsa bandera porque determinados países tienen interés en el petróleo de la zona y les benefician estos terrorismos, deberemos abordar también a estos doblemoralistas. ¿Si Arabia Saudí controla parte de estos radicales tendrá sentido seguir recibiendo sus migajas si queremos de verdad luchar contra el dolor terrorista? ¿Si los chiíes de Siria tienen el poder en un lugar fundamentalmente sunni pueden ejercer su poder sin crear una dictadura? ¿Si los más dañados por este terrorismo son los musulmanes no integristas no deberemos defenderlos en lugar de favorecer partidos políticos que los ataquen?

Se debe abordar el problema desde todos los puntos de vista, huyendo del maniqueismo bueno-malo, sin cejar en el empeño, sin apartar la vista del nudo fundamental de la madeja, con contundencia pero con cuidado, con determinación pero dando a esa madeja la oportunidad de ser parte de lo más bello de nuestro vesturario.