Otro plasma

Pepe Zamora/EFE

Pepe Zamora/EFE

Por Alejandro Pérez-Montaut Marti (@alejandropmm)

El candidato del Partido Socialista Obrero Español a la Presidencia del Gobierno ha declinado una invitación para asistir al programa de Ana Pastor en La Sexta. Efectivamente, Pedro Sánchez se niega a conceder una entrevista a poco más de un mes de las elecciones generales. Lo que me sorprende y mucho, es que venda una falsa transparencia y cercanía cuando luego no es capaz de ponerlas en práctica.

Si algo admiro de Ana Pastor, son sus entrevistas. Como buena periodista, ella no se casa con nadie. No va a llevar la entrevista de una manera u otra según qué candidato se encuentre sentado frente a ella. Todo aquel que acceda a concederle una entrevista, debe saber que va a ser dura, y que casi con total seguridad la periodista acabará poniéndole en un aprieto con alguna pregunta incómoda. Aprieto del cual deberá ser capaz de salir airoso si no quiere que las redes sociales carguen contra él.

Muchos son los incondicionales del caduco bipartidismo que se declaran contrarios a la nueva política, con el único argumento de que supone un espectáculo televisivo sin capacidad de gestión ni experiencia. Lo cierto es que cuando uno no tiene nada que ocultar, es capaz de responder -con mayor o menor acierto- a las preguntas que le sean formuladas, sin importarle el nombre y apellido del entrevistador. Más allá de las fronteras ideológicas de cada candidato y de su partido, se encuentran ciertas virtudes que no todos tienen, pero algunos sí que comparten, como la no vergüenza, la claridad, la ausencia de complejos y la ambición. Pablo Iglesias y Albert Rivera poseen dichas cualidades, puesto que carecen de los lastres que obligan a algunos a esconderse entre los matorrales cuando vienen a por ellos los "malvados" periodistas. No tienen miedo a una entrevista, explican y defienden sus ideales en el medio que así lo solicite. Eso hace que los españoles sintamos algo de cercanía por parte de nuestros posibles dirigentes, ya que vemos las ganas que tienen de hacer llegar su mensaje hasta el último rincón del país.

En el lado opuesto, nos encontramos con el político selectivo. Este curioso personaje es el que decide a qué medios de comunicación asistir. Casualmente, siempre acaban apuntando a aquel que saben que no va a manchar su imagen. Esto es un arma de doble filo, puesto que en el momento en el que los ciudadanos perciben la realidad de ese veto por parte de sus dirigentes a algunos medios, se dan cuenta de que algo temen. El miedo no es buen compañero de viaje. El miedo no transmite confianza al votante, que es el que llegado el momento, decidirá quién le representará durante los próximos cuatro años. Por desgracia, a algo más de un mes de las elecciones generales, y con el panorama que tenemos, el miedo se huele y se palpa en la vieja clase política.

¿Qué teme Pedro Sánchez? Quizás tema que Ana Pastor sea demasiado directa con algunas cuestiones. Quizás tema que la periodista le ponga en un apuro y no haya nadie para salvarle. Quizás tema cierta pregunta sobre los EREs, cursos de formación y demás casos de corrupción que llevan el sello de su partido en Andalucía. En definitiva, quizás Pedro Sánchez tema que esta entrevista pueda hacerle perder votos. Y la cosa no está para perder más papeletas según dicen las encuestas.

"No hay necesidad de exponerse tanto", pensará.

Yo le recomendaría que no criticara los errores de otros si va a acabar cometiéndolos. Pero Pedro Sánchez se ha caracterizado siempre por decir una cosa y hacer todo lo contrario. Lo primero que hay que tener en cuenta si se quiere regenerar la democracia, es que un dirigente tiene que dar ejemplo de transparencia sin esconderse de su pueblo y ser coherente con lo que dice. No me sorprende que lo haga Rajoy, puesto que al fin y al cabo él no alardea de regeneración en su partido. Sin embargo, me sorprende mucho que lo haga Pedro Sánchez, que vende el cambio allá por donde va. Se necesita no sólo decirlo, sino también demostrarlo con hechos.

Señor Sánchez, si continúa por este camino conseguirá que otros vayan ocupando poco a poco su lugar en el congreso de los diputados, puesto que lo único que demuestra con su palabrería es que es usted vieja política vestida a la moda. Por desgracia para usted, las apariencias no son suficientes para dar credibilidad a algo.