El voto y su utilización

Rajoy, en una pantalla durante el mitin de Las Rozas.

Rajoy, en una pantalla durante el mitin de Las Rozas. Reuters

Por Ángel Alonso Pachón

Sr. Director:

Mitinean para ganar voluntades. Votamos para depositar intenciones. Después interpretan y manejan las papeletas agrupándose en base a intereses de partido, no de Estado.

Contemplar la puesta en escena de los resultados es ver a personas con sonrisas ensayadas, con miradas vigilantes de reojo, con silencios de admiración disimulada; sobre todo es ver a personas pegaditas al profeta de promesas de trabajo, esperando la foto para el despacho como premio de campañas de medias verdades y paraísos inexistentes.

Finalizado el espectáculo, los votantes de intenciones ya no tienen la oportunidad de exigir nada. Los partidos impondrán las reglas de juego basadas, no en los programas mitineros, sino en sus intereses; comenzarán a ser conocidos como “casta”, con trajes adaptados a la moda de cada momento.

¡Señores políticos de moda!, no votamos separación, no votamos apartheid, no votamos memorias históricas miopes, no votamos antisistema, no votamos sermones de paraísos futuros, no votamos el insulto y el desprecio al opositor, no votamos derogación por soberbia.

¡Señores políticos de moda!, votamos prosperidad, votamos comunidad, votamos trabajo, votamos justicia contra los corruptos, votamos verdad, votamos unidad, votamos respeto…

En fin votamos porque deseamos una España próspera, libre, democrática, y unida.
La utilización de nuestro voto de forma interesada es un delito igual que la corrupción y, si cabe, peor, porque, en este caso, nos roban nuestra voluntad.