¿Para qué sirvió el debate entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez?

Sergio Barrenechea/EFE

Sergio Barrenechea/EFE

Por José-Tomás Cruz Varela

(De mi puño y tekla)

Lo curioso de la celebración de estos eventos, o por lo menos así se nos vendió, es que constituyen un eficaz instrumento para explicar y confrontar programas, aclarar dudas y discutir sobre las bondades e impedimentos que presentan las nuevas propuestas de nuestros líderes políticos de los distintos partidos, en torno a todos aquellos temas que realmente nos preocupan, como la creación de puestos de trabajo, corrupción, evolución económica, sanidad, enseñanza, pensiones, bienestar social y un largo etc.

Sin embargo la única y desconcertante verdad es el haber presenciado, como sucedió en el último “cara a cara” entre Mariano Rajoy (PP) y Pedro Sánchez (PSOE), a una monumental bronca, intercambio de insultos y descalificaciones, sin el menor recato ni educación y en un tono barriobajero, que los televidentes habríamos agradecido guardaran para sus respectivos partidos. La puesta escena resultó deleznable y un auténtico despropósito. ¿Para que sirven entonces estos encuentros? ¿A quién pretenden engañar con algo tan grotesco? ¿Quién se beneficia de estos montajes? Esta misma pregunta planteada en la calle siempre obtiene la misma respuesta que no es otra que a Antena-3, que como empresa privada no puede permitirse la licencia de trabajar sin cobrar. ¿Alguien sabe cómo y por qué los dos últimos debates fueron encargados a la misma cadena? ¿Cuánto cuesta el minuto de publicidad en dicha cadena, a la misma hora y con audiencias superiores a los 9 millones de televidentes?

A Pedro Sánchez le han caído críticas de todo tipo, y muchas de ellas por parte de miembros de su propia formación, asegurando que el insulto contra Rajoy resultó excesivamente fuerte por todas las concomitancias que englobaba. Toda una carga de profundidad con una mala intención descarada, lo que generó una dura respuesta por parte de Rajoy, quien a continuación de su "hasta aquí hemos llegado", como han opinado ciertas fuentes, debió ser motivo suficiente para abandonar el plató de TV con todas las consecuencias.

Lo que es el concepto de puro debate brilló por su ausencia, entre otras razones porque muchos de los improperios intercambiados no fueron captadas por la audiencia. Toda respuesta del contario era solventada de inmediato con un socorrido ¡¡mentira!! Rajoy tiene razón al afirmar que la crítica política correctamente expuesta, es lícita, nada que ver con la agresión oral.

Es cierto que el que se jugaba mucho era Sánchez, quien desde el primer momento exhibió una agresividad inaudita, que se le fue de las manos hasta al propio moderador, cuya actuación (de convidado de piedra) no fue precisamente brillante. Sánchez memoriza perfectamente el texto de sus intervenciones, pero como el texto no es suyo, ocasionalmente no las intercala adecuadamente, lo que genera situaciones incómodas e inadecuadas. Es el mismo efecto negativo y desagradable que producen sus excesivos gritos en los mítines, como si sus audiencias estuviesen exclusivamente compuesta por sordos.

Es comentario general admitido el que habrá que esperar para saber quien podrá gobernar esta querida España nuestra. De cualquier forma ha quedado muy claro que a Rajoy los debates no le hacen especialmente feliz, y hay que recordar que el poder de convocatoria de Rajoy-Sánchez, con 9,6 millones de audiencia, quedó muy por debajo de pasadas audiencias, tal como es el caso del debate Zapatero-Rajoy (13 millones), e incluso que el de Rubalcaba-Rajoy (12 millones).

Pero lo más triste de la sociedad en que vivimos es que a los que la manejan, solo les guía la persecución del poder, admitiendo que incluso la ambición se les nota a algunos mas que a otros, siendo nosotros meros instrumentos a los que manipulan y manejan con pasmosa facilidad. El mejor ejemplo se contempla acudiendo a un mitin y observando como 10 o 15 mil papanatas se parten las manos aplaudiendo a alguien para el que nada representan.

A criterio de dos grandes periódicos europeos, Le Monde y Financial Times, la confrontación del pasado lunes entre Rajoy (PP) y Sánchez (PSOE), fue un remedio de debate político en todos los aspectos, con total ausencia de propuestas y diálogo y sobrado de descalificaciones. Al día siguiente, lo único que quedó claro, recordaban los masoquistas que lo presenciaron, fue la tremenda bronca entre el Presidente del Gobierno y el responsable dela oposición.