Florece el anticatolicismo

Por José María Arévalo Miguel

La férrea ideología de eliminar la religión católica y sustituirla por la religión socialista es algo intrínseco en el socialismo patrio desde que a finales del siglo XIX Pablo Iglesias -el de la gorra en las fotos, no confundir con el "coleta morada"- fundase el Partido Socialista Obrero Español en la madrileña taberna Casa Labra, donde hoy en día se puede comer uno de los mejores pinchos de bacalao. El mismo socialismo que ha perdido la O de obrero y la E de español que permanece sin evolucionar hacia una social-democracia europea como han hecho los grandes Partidos Socialistas europeos tras la caída del muro soviético, y que continúa radicalizado en sus enraizadas ideas contra el individualismo.

Igual que el turrón vuelve por navidad y cada primavera podemos disfrutar viendo el florecer en los campos, con el anuncio de nuevas elecciones el partido socialista aventea anticuadas y guerracivilistas obsesiones contra la libertad de los individuos. Eso sí, siempre disfrazas de las falsa premisas progresistas, y como no, por el bien de los demás.

Como siempre, en los primeros lugares del nuevo-viejo programa vuelven a encabezar las propuestas que quieren acabar con la religión católica de cualquier espacio educativo, privado o público, para únicamente permitirlo en el ámbito particular -de momento-. Algo como legislar para que la religión católica vuelva a las catacumbas. Religión católica que junto con "su hermano mayor" el judaísmo, con el pensamiento de la Grecia clásica y con la civilización romana, son las raíces de la cultura Occidental. La idea de libertad y solidaridad, de los derechos humanos y de la democracia, es una herencia directa del judeo-cristianismo. Idea que sustancialmente no ha cambiado hasta hoy en día. No hay alternativa al fundamental alimento que han forjado las sociedades y países más libres, igualitarios y con mayor nivel de bienestar del mundo. Todo lo demás que se ha intentado imponer, como decía Jürgen Habermans: "no es más que chatarra posmoderna". Y eso es lo que el socialismo pretende que no se conozca desde la escuela.

De nuevo, tras el anuncio de elecciones el 20-N, el PS pone en el disparadero la prioritaria necesidad de erradicar de la enseñanza la religión católica para imponer un laicismo que es necesariamente la religiosidad estatal al modo de los grandes totalitarismos laicistas de nuestro tiempo, en los que el estado era Dios, y disponía a su libre antojo, de toda vida y muerte. Nunca nadie trajo cultura más religiosa que la traída por los socialismos, con pueblos enteros sacrificados en honor de su diosa clase, su diosa raza, y su diosa ideología. Fue el monoteísmo cristiano quien ya separó, hace más de 2000 años, a Dios del mundo.

Con la vuelta a la idea de atacar la religión católica, el PS ha identificado, por fin, el problema más grave y el principal obstáculo para salir de la crisis económica: la religión católica. Muy mal lo tiene que ver el PS para volver a ponerse el mandil e intentar arañar unos cuantos votos entre la izquierda cafre. Tan mal lo deben de ver, que Pedro Sánchez ha llegado a donde no llegaron ni González, ni siquiera ZP, porque la amenaza podemita está pegada a su misma izquierda.

En este nuevo-viejo programa donde, como siempre, florece el anticatolicismo, las viejas ideas anticlericales del PS y su persecución de la asignatura de religión en los colegios públicos y en los privados, y la eliminación de los acuerdos con la Santa Sede, no queda solo en eso; pretenden cambiar un Estado aconfesional como es el español, según su Constitución, por un estado de laicidad practicante, y acabar con los crucifijos en las juras, las capillas en las cárceles, en hospitales..., pero sobre todo materializar sus pulsiones liberticidas eliminando la mención explícita a la Iglesia Católica, como sea, de la Constitución del 78, que impone que los poderes públicos "tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española" y "mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones".

Resulta evidente que al PS no le preocupa la calidad de la enseñanza ni la libertad de los padres para elegir la educación de sus hijos, si así fuese, una de sus propuestas sería la libre elección de centro educativo y la implantación del cheque escolar, para que cada centro compitiese por ser el mejor.

Su principal preocupación, al igual que desde su fundación, continua siendo la ideología liberticida de que sea el dios estado -ellos- quien eduque a los hijos, y el que dicte la religión a difundir y practicar. Pero para eso saben que antes tiene que acabar con todo vestigio de la religión católica, para después poder sustituirla por la religión laicista socialista.