Entrevista

Elena
Furiase

Entrevista Elena Furiase

“Cuanto más me acerco a mi yo natural, más a gusto me siento, en la naturaleza, descalza y salvaje”

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Las palabras saltan como peces entre los pinceles y las manos mágicas de Pedro, nuestro maquillador. A Elena le encanta hablar y lo practica con alegría y viveza mientras su carita de niña se transforma en estrella o en mujer segura de sí misma o en alma frágil y misteriosa o en hada sensible o en cuerpo terrenal de tez brillante.

Ella se deja transformar y luego posa para las fotos, serena, concentrada, sin aspavientos, natural y personalísima, se mueve y mira a cámara con sutileza o con garra, depende, al son de Pata Negra, que suenan en el aire y por el tiempo, en el estudio de EL ESPAÑOL.

De cada gesto suyo extraigo una palabra nueva y ella, en cada foto juega como una gata en el tejado.

Madrileña de nacimiento, hija de Lolita, nieta de Lola Flores, sobrina de Rosario, prima de Alba, con 35 años es madre de dos niños pequeños, duende en sus ratos libres y sirena del sur.

Traje y zapatos de Maje, anillo de Luxenter

Elena es sólo Elena y nada más y nada menos. Actriz por vocación temprana y pura, acaba de rescatar del otro mundo un sueño de infancia: escribir.

En pantalla grande está en La sirvienta, largometraje de Pablo Moreno en el que interpreta a Julia, un personaje muy alejado de sí misma por el que, explica, “cambió mi manera de hablar, de moverme, de ser… una chica más macarra que yo, pero con cosas en común. Tuve que cambiar a Elena para entrar en Julia. Las dos hicimos juntas esa transformación porque, al final de la película, ella vuelve a su yo interior, que es la parte que se parece más a mí”.

Elena es Lucía en la serie de ficción Mía es la venganza, que actualmente sigue grabando. En ella da vida a una quiromasajista y fisioterapeuta, una mujer invidente “hecha a sí misma, sensible, positiva y empática”. Se nota que actriz y personaje se adoran, se comprenden.

Furiase mira de refilón al espejo y se piropea con gracia: “parezco una elfita”. Sí, un hada extraída de su propio texto, ilustrado por las sensibles creaciones de Celia Blume, en el libro al que ha dado a luz este verano, “estoy feliz, emocionada y nerviosa”, asegura. Una novela juvenil en la que inventa aldeanos y seres mágicos que viven libres en El mundo secreto de Árbal (Círculo Rojo, 2023).

Las manos de Elena marcan el compás de la música de fondo, fuertes y delicadas, bellísimas, se posan en su cuerpo como pájaros, mientras la fotografían. Aquí y ahora, toda ella es una sonrisa inmensa dentro de un vestido rojo.

Tiene ángel, y una voz dulce de maga que contrasta con esos ojos oscuros casi negros que miran a la cámara desde dentro, con picardía íntima.

Elena Furiase posando sentada con traje y zapatos de Maje y anillo de Luxenter

¿Cómo está viviendo este momento profesional en el que confluyen varios proyectos?

Estoy muy contenta, aunque es una de las épocas más cansadas de toda mi vida, pero necesitaba este momento. Estoy muy ilusionada con el libro, aunque con cierto vértigo, y disfrutando muchísimo con la serie.

Tiene dos hijos pequeños, Noah y Nala, ¿cómo lleva el tema de la conciliación laboral?

La llevo bien gracias a mi marido. En ciertas épocas uno de los dos tiene que trabajar más que el otro, como me ocurre ahora a mí, así que hay que llegar a consensos. Hacemos pactos, al fin y al cabo, somos un equipo, y la nevera no se llena sola.

Tenemos la suerte de contar con una mujer ‘ayudadora’, gracias a ella y a las abuelas, que nos tienden cables, salimos adelante.

Elena Furiase posando con lo brazos cruzados con traje y zapatos de Maje y anillo de Luxenter

¿Desde dónde nace y cómo crece el impulso o la necesidad de escribir El mundo secreto de Árbal?

Es una historia que imaginé con 13 años, recuerdo que tenía esquejes, ideas, diálogos sueltos, el personaje de Árbal y algún otro, pinceladas que se quedaron en mi cabeza o en mi corazón y que, después de veinte años, no se me han olvidado.

Recuerdo que mi madre, ella siempre alentándome, me repetía: aquella historia que me contaste, ¿por qué no la escribes?

Me puse a buscar aquellos manuscritos de mis 13 años con 33, y no los encontré, pero recordaba cosas y empecé a escribir. Cuando tuve el esqueleto, la estructura, empecé a darle forma capítulo por capítulo, escribiendo iban apareciendo más personajes y otras tramas.

Iba creciendo el árbol…

Claro, y me di cuenta de lo que es escribir, días en los que te sientas y no sale nada y de pronto estás en la ducha y te empiezan a aparecer un montón de ideas, te gustaría salir de la ducha y ponerte a escribir. Ha sido un proceso largo, de dos años, al final ha salido algo que creo es una historia muy bonita.

Elena Furiase con traje y sandalias de Mango y pendientes de Alexah

Traje y sandalias de Mango, pendientes de Alexah

Una historia de fantasía en un mundo mágico. ¿Es una manera de escapar o de reencontrarse y ser? ¿Es un refugio ante la realidad o la posibilidad de transformarla?

Un refugio se busca cuando se necesita huir de algo. Este libro yo no lo siento así. Me he criado con Disney, Harry Potter, La princesa prometida, El laberinto, El principito, La historia interminable… en una época en la que fantasía y ciencia ficción estaban a la orden del día.

Yo nunca he querido huir de mi mundo real, he tenido una infancia maravillosa. No era una niña infeliz pero me gustaba inventar, pensar o creer que la magia podía existir. No por refugiarme, sino porque pensaba que así decoraba el mundo en el que yo vivía, el mundo real. Y lo sigo pensando.

No me gusta pensar que somos el centro del universo y que no hay nadie más que nosotros. Ya que tenemos el poder de la imaginación, ¿por qué no utilizarlo y crear distintos mundos? Simplemente por entretenimiento.

¿Qué mundo imaginario o real, fantástico o no, cree que estamos creando a través de la tecnología o con el desarrollo de la inteligencia artificial?

Me da un poco de miedo la inteligencia artificial, no sé hasta qué punto va a beneficiarnos como sociedad. Puede ser que la máquina se adueñe de todo y el ser humano quede relegado, no sólo en la toma de decisiones, también en la cultura, la educación, el trabajo manual. Lo hemos visto en muchas películas de ciencia ficción, la máquina supera al hombre; hay una guerra, y acabamos perdiendo.

Pero creo que bien llevado, con inteligencia, no artificial sino humana, se pueden conseguir muchas cosas gracias a la tecnología.

También creo que estamos en una época en la que hay mucho odio y muy poca empatía. Tendríamos que haber evolucionado después de la pandemia, parecía que nos íbamos a querer más e íbamos a estar más unidos o nos íbamos a comprender más. Sin embargo, ahora dices algo mal o te equivocas en lo que sea y ya eres una analfabeta y te atacan. Por pequeñas tonterías se genera un odio hacia la otra persona que no comprendo.

Entiendo que se refiere a la tecnología digital en relación a las redes sociales…

Sí, y mucha culpa de ese odio viene porque, a través de la tecnología, podemos insultar escondiéndonos tras un avatar. Estamos en un mundo en el que hay mucho caos. No se está haciendo caso a la cultura, a la educación, a la sanidad.

Menos mal que hay otra vertiente que lucha por esas cosas y se han alcanzado muchos logros en cuanto a la mujer, a los servicios públicos, a que se hable del tema género y se dé mucha más opción a la gente para que pueda hablar libremente de su sexualidad.

Plano detalle de Elena Furiase con traje y sandalias de Mango, pendientes de Alexah

¿El mundo imaginario de su libro es espejo o reflejo de nuestro mundo real?

Sí, un poquito de todas esas cosas también están reflejadas en el libro. Es un mundo libre, pero hay quien se siente aislado de su familia por ser distinto, o quien no dice la verdad porque tiene miedo a mostrarse como realmente es, o hay gente que sacrifica ciertas cosas frente al amor, y luego se arrepienten. Aunque sea una novela juvenil he intentado mostrar las carencias que tenemos como sociedad.

Por ejemplo, hay un personaje, la guerrera, que es ‘la guapa de la historia’ y es una mujer voluptuosa, de carnes, es gorda y es hermosa. Y digo gorda porque, para mí, gorda no es un insulto, es un adjetivo como cualquier otro, como flaca, rubia, alta, morena o baja. Intento que las niñas se puedan identificar tanto con ella como con cualquier otro tipo de cuerpo bello.

¿Va a seguir escribiendo?
¿Le gustaría?

Ya tengo un montón de cosas escritas, lo que pasa es que no me había atrevido antes a publicar. Me encantaría seguir, sí, además no todo lo que escribo es fantasía. Para mí, escribir es incluso más valiente que interpretar.

Me encanta el proceso, cómo se van creando los personajes. Los personajes de El mundo secreto de Árbal son parte de mi familia, aunque suene freak. Me emociono cuando alguien me dice cuál es su personaje favorito porque sé cómo son, cómo viven, cómo piensan o respiran, porque los he creado yo. ¡Es algo tan bonito!

Plano  de Elena Furiase con traje y sandalias de Mango, pendientes de Alexah

De todas las Elenas en las que se transforma cuando interpreta, cuando escribe o se fotografía, y cuando vive. ¿En qué Elena se siente más cómoda, más libre, más íntimamente cercana a sí misma?

Siempre hay una parte de mí que se acerca más a mis raíces, a mi yo natural, a mi yo más salvaje, más puro. Creo que es precisamente cuando estoy con mi pelo revuelto, cuando puedo hacer una foto con un vestido maravilloso pero descalza, o cuando me fotografío al aire libre, en plena naturaleza. Ahí es cuando conecto con mi yo y me siento más cómoda.

También, y por eso me dedico a lo que me dedico, me gusta mucho transformarme y jugar. Cuando te hacen una foto y te ponen un traje que tú no te pondrías nunca y te gusta todo.

Como ser humano, cuanto más me acerco a mi yo natural, mi yo del principio, es cuando más a gusto me siento, en la naturaleza, descalza y salvaje.

¿Cómo vive la experiencia de entrar en la piel, en el alma, en la personalidad y en la discapacidad sensorial de la mujer invidente que interpreta en Mía es la venganza?

La ceguera es algo que me da mucho miedo. Siempre he fantaseado con ello, no sé si es porque soy piscis, pero siempre me he preguntado que, si tuviese que elegir perder un sentido, qué sentido perdería. Y, siempre he pedido a Dios, al cielo, al universo que, por favor, no fuera la vista.

Me da mucho miedo vivir en la oscuridad, no sé por qué. Ya de niña, intentaba hacer que no veía y probar a hacer cosas siendo ciega. Por eso, cuando me llamaron para el casting de este personaje y me preguntó mi representante: ¿con quién te quieres preparar? Le contesté: me llevo preparando toda la vida para esto. Cuando me vio el director de casting y otros fliparon, y les conté esto mismo.

Luego fui a ver a Juan, un fisioterapeuta maravilloso, invidente, que me enseñó muchísimo; entre otras cosas, que hay muchos niveles de ceguera. En su caso concreto, al ser fisioterapeuta, ejerce una profesión con la que ayuda a otras muchas personas. Para mí, Juan fue la sensibilidad absoluta.

Por eso me planteo mi personaje en la serie como una persona útil, autónoma y con una sensibilidad superior a la de los demás. De alguna manera, un ser espiritualmente superior.

Elena Furiase con vestido de Maksu, sandalias de Mango y pendientes de Thomas Sabo

Vestido de Maksu, sandalias de Mango y pendientes de Thomas Sabo

Plano detalle de Elena Furiase con traje y sandalias de Mango, pendientes de Alexah

¿Qué ha aprendido a mirar sin ver? ¿Qué otros sentidos ha estimulado?

Obviamente, el oído. Grabando secuencias con mis compañeros, al clavar y fijar la mirada, cuando pasan cosas en el set, a mi alrededor, realmente no las veo.

Llega un momento en el que, cuando le dices al cerebro no veo se centra en otras cosas; y yo estoy centrada en guiarme por el oído o por el tacto. Te juro que hay veces en las que no veo lo que pasa a mi alrededor porque estoy concentrada en no ver.

Y a usted, ¿le gusta verse en los trabajos que hace? Pero no sólo, ¿le gusta mirarse por fuera y por dentro?

Mi psicóloga me decía que procurara no mirarme tanto, imagínate si me miro por dentro. Me escucho, o me escuchaba demasiado, si hay algo que me duele me quedo ahí, fijando el dolor, preguntándome dónde y por qué me duele.

Ahora, intento observarme menos y conocerme más. Al conocerme más me he dado cuenta de que muchos de los males que tenemos, vienen de mirarnos tanto, de estar todo el rato preocupándonos de qué nos pasa.

Y por fuera, me gusta mirarme porque me gusta cuidarme. Me saco demasiados defectos todo el rato, pero luego soy realista. Me miro al espejo y me digo: a ver, hija, puedes salir a la calle sin ningún problema, y ya está.

En los trabajos sí me gusta mirarme, pero me miro, como yo digo, con los pies en tensión. Me gusta verme para aprender, para ver lo que funciona o lo que no.

Plano  de Elena Furiase con traje y sandalias de Mango, pendientes de Alexah

¿Es muy autocrítica y/o autoexigente?

Sí y no. No soy autoexigente pero sí autocrítica. No me machaco, pero sí me critico un poco. Aunque, cuando veo una escena y creo que lo he hecho bien, también me aplaudo, me pongo un poquito de crema para el alma. Es bueno, sobre todo por la salud mental, que, de vez en cuando, nos digamos: ole yo, qué bien lo he hecho, estoy estupenda.

¿Cuál es su búsqueda como actriz? La naturalidad, la verdad, la empatía, la transformación en otra…

Depende del trabajo que esté haciendo. Me encantaría llegar a convertirme en otra, a través de un cambio físico grande, pero realmente a donde quiero llegar es a la verdad; que la gente me vea y se olviden de que soy Elena Furiase. Aunque no haya una transformación física, que vean a mi personaje, que se lo crean y empaticen. Creo que eso es a lo que hay que llegar.

Aunque, si van a verte al cine, al teatro o en la televisión, es porque también quieren verte a ti, y lo bonito es que al mismo tiempo les esté llegando otra, el personaje. A mí me pasa eso con Penélope Cruz, que me encanta, siempre la veo a ella, pero siempre me la creo. No dejo de ver a Penélope y al mismo tiempo veo el personaje que está interpretando. O Kate Winslet, Cate Blanchett o Mona Martínez, actrices que admiro, mujeres que nunca dejan de ser ellas y precisamente por eso las veo, pero a la vez me transmiten muchísimo.

Hablando de otras mujeres, ¿qué significa para usted la sororidad?

La sororidad debería ser entre todos los seres humanos, aunque es verdad que hay que practicarla mucho entre mujeres. Estamos en un momento muy importante para el feminismo, que viene de una lucha de tantísimos años, pero que ahora está tomando más fuerza que nunca.

Sin embargo, todavía nos queda mucho camino por recorrer a nosotras mismas. Hay sororidad, por supuesto, yo la practico sobre todo con mis compañeras de trabajo, estamos a una, somos hermanas, intentamos enriquecer los personajes de las otras. Pero existe todavía la envidia, la no empatía, el yo por encima de ti, y es una pena.

Ya no uso Twitter porque algo que era bonito se ha convertido en la red social del odio. Cuando recibo algún insulto o crítica no constructiva en redes como Instagram, suele venir de mujeres. Y que venga de otra mujer y, sobre todo, que haya mentiras, no lo entiendo. ¿Por qué?, me encantaría preguntarles. ¿Qué te nace a ti para decirme esto a mí y qué ganas tú con eso?

Hay sororidad, por supuesto, pero muchas veces no la practicamos.

Elena Furiase vestida con camisa de Marciano by Guess, minifalda de & Other Stories, zapatos de Augusta y anillo de Cata Vassalo

Camisa de Marciano by Guess, minifalda de & Other Stories, zapatos de Augusta y anillo de Cata Vassalo

De las mujeres de su familia, ¿qué cosas importantes ha recibido y que está aprendiendo ahora de su propia hija?

Obviamente son mis referentes. De mi abuela materna he leído, he visto y me han hablado mucho. De mi tía Rosario, de mi madre, y también de las mujeres de mi familia por parte de padre, como mi abuela paterna, a la que viví más y que no tenía nada que ver con mi abuela materna porque eran dos mujeres completamente distintas, pero que se llevaban muy bien, de todas ellas he aprendido mucho, y de mi prima Alba, también.

Estando embarazada, tenía cierto miedo a tener una hija, me sentía más cómoda, o eso pensaba yo, siendo madre de varón. Con mi madre siempre he tenido muy buena relación, pero conozco otras relaciones entre madre e hija que no han sido tan buenas, y pensaba, ¿cómo la voy a educar?

Creía que yo, como mujer, tenía mucha responsabilidad con mi hija, por educar a otra mujer. Hasta que me di cuenta de que era absurdo y pensé, qué más da que sea una hija o un hijo, ¡qué tontería! Tengo la misma responsabilidad con mi hijo, porque a mi hijo tengo que educarlo para que se dé cuenta de cómo es el mundo en el que vive y lo importante que es la igualdad, el respeto, el cariño… todo.

Cuando nació mi hija todos esos miedos desaparecieron. Esa preocupación por ‘tienes que ser fuerte, valiente, una mujer que luche por sí sola y por sí misma, y que no dependa de los hombres’. Pensé, voy a decirle:’ tienes que ser feliz. Ser mujer como quieras serlo, amar a quien quieras amar y ser como quieras’.

Eso es lo que me ha enseñado mi hija, que no todo depende de mí, que tendrá que ser la mujer que ella quiera ser. Hay que ser feliz, hay que ser natural, y no dejarse pisotear por nadie, ni por hombres ni por mujeres.

Premio Woman´s Week en 2013 por su labor humanitaria y Premio Joven Actriz Solidaria 2016 en el XIII Festival Internacional de Cine Social de Castilla la Mancha. ¿Cuáles son y por qué las injusticias o desigualdades en las que se focaliza? ¿Se puede ser solidario con todo y todos?

Debemos ser solidarios con todo lo que podamos. El tema de los niños es algo que me toca mucho. He estado en países como Paraguay, de la mano de la ONG Acción contra el hambre, denunciando, visibilizando el tema del hambre, que me parece terrible.

Y por los derechos de las mujeres y para ayudar a los niños excluidos he estado en Ecuador con la ONG Plan Internacional Ecuador. Aluciné, vi de todo: a los niños, los abusos contra las mujeres desde niñas, el hambre, la falta de recursos. Todo me preocupa y, cada vez que puedo, intento ayudar a cualquier país o colectivo que esté en desventaja.

Pero cuando se habla de niños me pongo mala, que tengan que sufrir me duele mucho.

¿Cómo convive con el hecho de estar sobreexpuesta o de exponerse? ¿Cómo protege su imagen y su intimidad? Y, por otra parte, ¿eso mismo le permite ser altavoz para visibilizar cuestiones o injusticias que le preocupan?

Intento alejarme del ‘circo mediático’, desde siempre he tenido muy claro que yo quería ser actriz, tener una profesión y que esa profesión requería una seriedad y una línea de trabajo. No me ha costado nada seguirla porque el mundo del ‘circo’ no me llama nada la atención, no me apetece y no va con mi personalidad, aunque lo respeto.

Emna Knani con top y pantalón de Kiabi, cinturón y miles de Zara

Emna Knani lleva top y pantalón de Kiabi, cinturón y miles de Zara

Elena escucha y se para el mundo: ‘mi abuelo’, dice. Suena en el espacio tibio del plató, la voz de El Pescaílla. Una familia maravillosa, digo.

Sí, por supuesto, estoy orgullosísima de mi familia, vengo de dónde vengo. Lo que quiero decir es que podría haber elegido ser otra cosa, pero no me gustaba ninguna otra cosa, quería ser actriz y así lo decidí; por mí, no porque mi familia fuera la que es.

Yo me he criado en brazos del escenario, en los camerinos, detrás de las cámaras viendo a mi madre actuar. He vivido en casa los reportajes, las entrevistas, un mundo que me podía haber echado para atrás, pero me gustó desde niña y quería experimentarlo.

Aquí hay muchos estigmas de ‘los hijos de’, sin embargo, en Estados Unidos alaban que un hijo o hija de artistas se dedique a lo mismo que su padre o madre. Les encanta que hagan cosas juntos, como por ejemplo la aparición de la hija de Angelina Jolie en la película Maléfica. ¿Qué pasa aquí? ¡Si es muy bonito! Da mucha pena que no pase en España.

Yo no aprovecho el foco que tengo para mi profesión y nunca lo he hecho, pero sí para ser altavoz. Lo utilizo para hablar de lo que me parecen injusticias sociales o para anunciar que he sacado un libro o para ayudar a la gente, para cosas bonitas.

¿Cuáles son las cosas importantes y las pequeñas cosas que le importan, que necesita y protege en su día a día?

Me gusta y valoro muchísimo que haya buen ambiente en el trabajo. Valoro mucho la verdad. Ahora trabajo con un equipo de cuatro mujeres, que me acompañan continuamente, y me gusta que dentro de la profesionalidad haya sinceridad, que hablemos claramente, que no se tapen las cosas.

En mi vida personal necesito familia, calor… yo soy muy de tocar, de hablar, no puedo sentirme sola. Y no me refiero a estar sola porque una quiera, sino a sentir soledad.

Sentir soledad, en mi trabajo o en mi vida, me mataría. Necesito acercamiento. No pretendo hacerme amiga de todos mis compañeros de trabajo pero, mientras estemos trabajando, somos compañeros y es importante que, en la medida de lo posible, podamos crear relaciones y sinergias bonitas, sinceras.

¿Cómo ha vivido su viaje profesional y humano, desde sus inicios hasta el presente? ¿Se ha reafirmado en su vocación? Por el camino, ¿se ha transformado, mucho o poco, su esencia o su sueño?

Llevo 17 años en esto. A los 15 o 16 años empecé a hacer teatro, pero a trabajar de verdad empecé a los 18 años. Sí, me he reafirmado absolutamente en mi vocación. He tenido muchas ganas muchas veces de tirar la toalla, en momentos malos, pero nunca se hace porque nunca tiras algo que te gusta de verdad.

He dejado de tener ciertos sueños, cuando empecé mi sueño era llegar a Hollywood y ser una estrella de cine. Ahora mi sueño real es llegar a mantenerme durante toda mi vida; ya sea haciendo una película allí, aquí, en México, en Colombia o donde sea. Mantenerme en lo que gusta hacer y mantener a mi familia, crear un mundo a mi alrededor gracias a lo que me gusta.

He vivido esa transición y creo que aún me queda mucho por transitar. He aprendido lo que quiero hacer y lo que no, y ya no trabajo gratis a menos que sea algo excepcional. Obviamente, no siempre se eligen los trabajos por lo mismo, a veces hay un guion que te mueve muchísimo y no es una súper producción. Me pregunto ¿qué trabajo es mejor para mí? ¿Qué me va a enriquecer más por dentro?

Creo que eso es la madurez, en esta o en cualquier otra profesión. Al principio vas como un lobo, devorando y queriendo hacer todo. Ahora procuro elegir, me dejo aconsejar más, escucho a mis compañeros y a mi oficina, confío mucho en ellos.

Cuando algo me merece la pena, lo sopeso y voy directa a por lo que quiero, y lo peleo.

Se hace tarde, el plató ha quedado en silencio. Elena, desmaquillada y con un pantalón vaquero, sonriente y tranquila, habla de los juegos que comparte con sus hijos. Se acaba la sesión y la entrevista. Yo veo a su niña interior caminar de su mano, atraviesan juntas el umbral de la puerta, y salen. Oscuro.

Gracias, Elena.