“Trapped in purgatory a lifeless object, alive” Jeff Hammerman.

El último dato de inflación de la eurozona ha desterrado la idea de la fuerte reducción estimada. La inflación subía al 7% con una modestísima reducción de la inflación subyacente al 5,6%. El indicador adelantado del IPC en España situaba su variación anual en el 4,1% en abril, ocho décimas por encima de la registrada en marzo, con la subyacente en el 6,6%.

Aunque el Gobierno se vanaglorie de tener menos inflación, es un espejismo. La inflación acumulada en España desde la llegada del gobierno de Sánchez es del 14,2% (junio 2018-marzo 2023, según el INE), muy similar a la media de la eurozona y superior a Francia.

La inflación es acumulativa, y el dato interanual siempre se ve afectado por el efecto base. Los precios no bajan, se modera el ritmo de subida que es muy diferente.

La inflación es siempre y en todo lugar un efecto monetario, y lo que estamos viviendo es la pérdida de poder adquisitivo de la moneda común a un ritmo mucho más rápido de lo habitual. Esto ha sido causado por la equivocada decisión de aumentar la masa monetaria en 2020 más de cinco veces la cifra de lo que se llamó “el bazooka de Draghi”.

Los precios no bajan, se modera el ritmo de subida que es muy diferente

Y ahora estamos pagando las consecuencias del desastre monetario. Hasta entonces, el exceso monetario, además de ser menor, se centraba en crear inflación de activos financieros. La inflación empezó a mostrar su peor cara meses antes de la invasión de Ucrania, con cifras que duplicaban la inflación objetivo del BCE, y sigue ahora que los precios de todas las principales materias primas se sitúan por debajo de los niveles previos a la invasión y el índice de cadenas de suministro está a niveles de 2018.

Sí, la inflación es una causa monetaria: la pérdida generalizada de poder adquisitivo de la moneda por crear muchas más unidades monetarias que las demandadas por la economía. Y el exceso se paga.

Los ciudadanos europeos han escapado del empobrecimiento generalizado por tener una fiscalidad más atractiva y mejor productividad, que lleva a mejores salarios. En España sufrimos la mayor pérdida de poder adquisitivo de la OCDE, el PIB per cápita ajustado a poder adquisitivo está a niveles de 2011 y muy lejos (a 85, 15 puntos por debajo) de la media de la UE.

Los españoles somos mucho más pobres y encima el Gobierno nos ha endeudado mucho más que ningún país de la Unión Europea y el triple que la media de la UE y la eurozona (aumento de deuda sobre PIB 2019-2022). Todo son datos de Eurostat.

En ese entorno, calificar a la política del Banco Central Europeo de suicida o “terrorismo financiero” es simplemente una barbaridad. Como explica el profesor Lex Hoogduin, ex asesor del primer presidente del Banco Central Europeo, miembro de la junta ejecutiva del Banco Central holandés y ex presidente de la cámara de compensación LCH.Clearnet , a The Brussels Report: “Con una inflación real al 7 % y tipos de interés del BCE del 3 %, el debate sobre si el BCE debiese suavizar las subidas de tipos de interés es increíble, como mínimo. De acuerdo con la regla de Taylor, los tipos de interés deberían ser un 7-7.5%. Esto no es ciencia espacial, pero indica que el BCE todavía está todavía tratando de ponerse al día”.

Los españoles somos mucho más pobres y encima el Gobierno nos ha endeudado mucho más que ningún país de la Unión Europea

El balance del Banco Central Europeo es todavía del 58% del PIB de la eurozona. El balance de la Reserva Federal es del 32,5% y tiene la moneda de reserva del mundo, es decir, demanda global de dólares. Los tipos al 3,25% siguen siendo negativos en términos reales.

No, el problema de la eurozona no es esta subida de tipos ni el BCE reduciendo el exceso previo muy modestamente. El problema de la eurozona han sido dos aberraciones monetarias: Los tipos negativos y el aumento de la masa monetaria en pocos meses de 2020 de más del 20%.

El Banco Central hace lo que debe y lo que puede, pero la inflación no se va a contener sin una reducción significativa del elefantiásico gasto político, y los gobiernos se niegan. Si un agente económico que pesa el 50% del PIB sigue consumiendo nuevas unidades monetarias y no reduce su exceso de gasto, todo el impacto de la normalización monetaria va a recaer sobre el tejido productivo y las familias.

Si no se recorta gasto improductivo y deuda, las familias europeas seguirán empobreciéndose, y mucho peor las españolas. El BCE está luchando contra la inflación con el enemigo en casa. Los gobiernos siguen despilfarrando y el efecto de la normalización monetaria cae entero sobre las familias que son también las que sufrieron el efecto de “hacer lo que haga falta” en 2020. Pierde usted en la expansión y la contracción.

Cuando vuelvan a oír la palabra “políticas monetarias expansivas” recuerden que significa empobrecimiento a medio plazo.