No dejan de darnos sustos. La banca, la industria del dinero, cada cierto tiempo produce un terremoto financiero. Casi cada diez años, con regularidad constante crea una crisis financiero-bursátil. Nos habíamos olvidado de las subprime (2008) cuando ya estamos preocupados por otro crack bancario.

Esta vez parecía que era un asunto localizado y controlado. El Silicon Valley Bank no es muy grande, está en California y las autoridades estadounidenses, la Reserva Federal y el Tesoro, acudieron con rapidez y contundencia asegurando sus depósitos. Las bolsas se recuperaron después de un día de alarma. Lo mismo ha ocurrido con el Signature Bank también local (NY) y controlado.

Pero cuando parecía que el horizonte se calmaba aparece el Credit Suisse. Se sabía que este banco, creado en el siglo XIX, estaba en dificultades. No era un secreto. El pánico bursátil se disparó al coincidir la crisis bancaria de EEUU con la publicación de resultados desfavorables del Credit Suisse y declaraciones de su socio (Banco Nacional Saudí) de que no ampliaría capital.

También la reacción del Banco Nacional Suizo y La Autoridad Suiza de Supervisión del Mercado Financiero (FINMA) ha sido también tajante y rápida.

Así que dos días después la situación debería ser de recuperación del susto, con el consiguiente rebote bursátil, que es como se llama la situación cuando las cotizaciones suben después de una bajada súbita.

La banca, la industria del dinero, cada cierto tiempo produce un terremoto financiero

Se sabe cómo hacer frente a estas perturbaciones. Hay que evitar el pánico y recuperar la confianza en el sistema bancario. Para ello las autoridades monetarias se hacen cargo de asegurar los depósitos y toman posesión de las entidades financieramente enfermas. Es a costa de los contribuyentes que son los que llenan las arcas del Estado. Pero no hacerlo es más caro.

Cuando se analiza por qué ocurren estas perturbaciones la respuesta es: las inversiones del banco se han depreciado y quiebra. Se han tomado malas decisiones de activo.

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Normalmente, hay dos circunstancias en esos casos. La primera es la concentración de esas inversiones en un sector o tipo de operaciones. Se ha olvidado un principio básico de prevención del riesgo: la diversificación. La segunda es la entrada en sectores en los que no se es experto.

La primera circunstancia ha ocurrido en el Silicon Valley Bank. Cerca del 40% de sus activos se invirtieron en bonos a largo plazo y bajo interés. La segunda es la del Credit Suisse. Los últimos años ha diversificado sus inversiones tanto en sectores crediticios, como en geografía (EEUU) en zonas desconocidas para él.

En España también se dieron estas circunstancias. Las Cajas de Ahorro se concentraron en el sector inmobiliario y con su crisis entraron en quiebra. El Banco Popular una entidad especializada en financiar pymes, la más rentable del mundo, entró en el sector inmobiliario, del que estaba ausente, justo poco antes de que empezase su crisis. Los resultados son conocidos.

Las Cajas de Ahorro se concentraron en el sector inmobiliario y con su crisis entraron en quiebra

La pregunta es ¿Cómo no se ha contemplado algo tan elemental como diversificar riesgos y no invertir en sectores en los que no se es experto?

Parece mentira. La banca tiene excelentes departamentos de estudios económicos como para prever el futuro ¿Cómo no lo vieron? ¿Cómo no vieron los de Silicon que tarde o temprano iban a subir los tipos de interés? ¿Por qué tampoco el Credit Suisse se dio cuenta de que estaba entrando en un campo desconocido para él como el mercado americano?

Una de las condiciones de la buena banca es la prudencia. Nada de operaciones especulativas concentrando el riesgo.

Me decía Rafael Termes que fue presidente de la Asociación de Banca Española; “José Ramón la banca debe ser un negocio básicamente aburrido ¡Cuidado si no lo es!”

Doy clase de ética empresarial. Explicó los Códigos de Buen Gobierno, Códigos Éticos, Compliance, … Pero al final concluyo: no importa cuán perfectos sean los sistemas, si los que los manejan quieren, les dan la vuelta.

Así que ¿Dónde están aquellos banqueros de traje negro de chaleco y reloj de bolsillo de antes? Austeros, aunque fueran ricos. Prudentes y responsables. Alejados de toda publicidad personal y discretos como el que más ¿Dónde e están?

*** José Ramón Pin es profesor del IESE.