Imagen del portavoz del PSOE en el Congreso, Patxi López y del portavoz de Podemos, Pablo Echenique, en el Congreso.

Imagen del portavoz del PSOE en el Congreso, Patxi López y del portavoz de Podemos, Pablo Echenique, en el Congreso. E. E. E. E.

La tribuna

Subidas de tipos y nuevos gravámenes en tiempos de inflación

31 julio, 2022 02:04

El pasado 21 de julio el BCE puso fin a los tipos de interés en negativo en un escenario de inflación galopante. Cuando escribo estas líneas, el IPC adelantado en España se sitúa en máximos de 38 años, en el 10,8%. Además, la inflación subyacente, la que excluye alimentos frescos y energía, ya está por encima del 6%. Esto indica, y no parece que los datos europeos sean muy distintos, que, pese a la subida de tipos, los tipos de interés reales son más negativos que nunca, porque el IPC ha subido más que los tipos de interés del BCE.

Esto anticipa nuevas subidas de tipos de interés en un escenario con enormes riesgos. Por una parte, la economía norteamericana da ya síntomas de desaceleración. Por otra parte, y esto es lo más relevante, Europa se enfrenta a un otoño caliente y a un invierno particularmente frío.

Por primera vez desde el final de la Segunda Guerra Mundial, el abastecimiento energético, fundamentalmente de gas natural, no está garantizado en Europa Oriental, Alemania e, incluso, Italia. Esto está llevando a que el precio del gas natural y de la electricidad continúe aumentando. Pero, además, es posible que una parte de la industria europea tuviese que parar si Putin cierra completamente el grifo del gas para permitir a los hogares calentarse.

De la subida de tipos del BCE hay que destacar dos cuestiones. En primer término, se ha renunciado a establecer una senda, lo que se conoce en la jerga como “forward guidance”. Las siguientes decisiones de subir tipos, o no, se tomarán en función de las circunstancias. Esto hace menos previsible la política monetaria, pero, al mismo tiempo, es un reconocimiento de que las previsiones anteriores del BCE, particularmente en materia de inflación, habían fallado.

El BCE no debería permitir que las primas de riesgo se disparen

La segunda cuestión es la del riesgo de fragmentación financiera: el BCE no debería permitir que las primas de riesgo se disparen. Si la Unión Monetaria fuese perfecta, todos los agentes económicos se deberían financiar al mismo coste o muy similar. Sin embargo, en primer lugar, los propios Estados se financian a tipos distintos.

Precisamente por eso, la prima de riesgo se define como el diferencial entre el tipo de interés que paga un Estado por financiarse y el que tiene que pagar Alemania. Este diferencial puso contra las cuerdas a la moneda única tras la subida de tipos acometida por el BCE cuando lo presidía el francés Trichet.

Ahora, sin embargo, las primas se han mantenido estables, con la excepción de la italiana, debido a la inestabilidad política del país transalpino. La razón es que los riesgos energéticos alemanes son muy superiores a los del Sur de Europa. Los bonos alemanes ya no son activos refugio, o lo son mucho menos que los bonos norteamericanos, que además dan un interés muy superior. Esto se traduce en la revalorización del dólar frente al euro. El efecto más inmediato es que las importaciones europeas que se pagan en dólares, por ejemplo, las de productos energéticos, se encarecen, alimentando la espiral inflacionista.

Para combatir la inflación, el BCE sólo puede endurecer la política monetaria. Esto lleva a reducir la demanda, disminuyendo el consumo y la inversión, es decir a disminuir el crecimiento. Sería preferible que la inflación se redujese por aumento de la oferta, pero eso está fuera del control español o europeo.

Contra lo que se está diciendo, el nuevo gravamen a la banca sí es una medida anti-inflacionista

Nos guste o no, nos enfrentamos a un problema, y grave, de empobrecimiento por un shock de oferta negativo. Además, los efectos de un racionamiento energético son mucho peores que los de una subida de precios.

Frente a esto, a nivel interno, lo que el gobierno y también el Banco de España proponen es un pacto de rentas. La realidad es que los salarios no han subido y mucho menos un 6,1%, que es al nivel al que se sitúa la inflación subyacente. Lo que no está tan claro es que los márgenes empresariales no estén aumentando, aunque buena parte de la inflación, hay que asumirlo, es importada.

Curiosamente, los nuevos “gravámenes temporales” a las grandes empresas energéticas y a los bancos se justifican, precisamente, en un pacto de rentas. Habrá que ver cuál es el resultado final de la tramitación parlamentaria de estos dos nuevos impuestos. No obstante, un primer apunte es que, contra lo que se está diciendo, el nuevo gravamen a la banca sí es una medida anti-inflacionista, y eso con independencia de que se traslade o no la carga económica del gravamen a los clientes o no.

Si el gravamen se repercute a los clientes, entonces los créditos serán más caros, con lo que es una medida equivalente a una subida de tipos de interés. Si no se repercuten, entonces los bancos tendrán menos fondos propios. Esto implica que podrán prestar menos, ya que, para mantener la solvencia bancaria, tendrán que reducir los préstamos que otorgan. El consejero delegado del Banco Santander, José Antonio Álvarez, señala que, debido al gravamen, los bancos concederán 50.000 millones de euros menos de crédito. Esto repercutirá negativamente en el consumo y en la inversión, pero ayudará a frenar la inflación.

Sería preferible buscar una reforma en profundidad del Impuesto de Sociedades antes que ir estableciendo nuevos “gravámenes” 'ad hoc'

Otro efecto de esta “prestación patrimonial de carácter público no tributaria” que se aplicará a los grandes bancos españoles es que agrava, también, la fragmentación financiera, ya que las condiciones en las que se financiarán empresas y familias españolas se verán afectadas por el nuevo impuesto y, como hemos visto, se traslade o no, directa o indirectamente, a los clientes. Lógicamente, esto no afectará a los clientes bancarios de otros países europeos. En cualquier caso, es previsible una enorme litigiosidad en lo que se refiere a estas nuevas “prestaciones”.

Lo que demuestran ambas figuras y sus previsiones recaudatorias, que, salvo los evidentes riesgos jurídicos, parece que están bastante fundadas, es que tenemos un grave problema con el Impuesto de Sociedades, cuya recaudación no aumenta suficientemente cuando lo hacen los beneficios de algunas empresas.

Al lector interesado, le remito a mi libro ¿Hacienda somos todos? Impuestos y fraude en España (Debate 2022), en el que explico tanto el Impuesto de Sociedades y sus problemas como las diversas propuestas de impuestos a la banca. En general, sería preferible buscar una reforma en profundidad del Impuesto de Sociedades antes que ir estableciendo nuevos “gravámenes” ad hoc, al menos si se busca seguridad jurídica y una recaudación estable.

Las perspectivas para el otoño e invierno próximo son desafiantes y también sombrías, todo hay que decirlo, fundamentalmente por cuestiones geopolíticas entre las que destaca la guerra en Ucrania. Pero, hasta entonces, espero que los lectores puedan disfrutar de un merecido descanso.

*** Francisco de la Torre Díaz. Economista e inspector de Hacienda. Exdiputado en el Congreso.

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