“Si todo el mundo piensa igual, es probable que estén equivocados. Si averiguas qué está mal, es probable que ganes un montón de dinero". (Jim Rogers).

Finalmente, mayo logró salvarse de la escabechina de las bolsas. Siempre me han dado mucha pereza los vendedores de miedo y los permabears, pero reconozco que, por primera vez en mucho tiempo, me da algo de reparo decir cosas positivas sobre los mercados. Y es que casi no hay alcistas en el terreno de juego.

Ya ni la encuesta de sentimiento económico de Bank of America a gestores de fondos del mes pasado parece que valga. Se alcanzó el mayor pesimismo de varias décadas y habitualmente suele ser una excelente oportunidad de compra siguiendo la teoría de la opinión contraria, salvo que finalmente la recesión se materialice. Pero con todo el mundo en el bando pesimista (incluso varios de los hombres más ricos del mundo), cualquiera se atreve a vaticinar nada.

Se ha instalado un sentimiento apocalíptico generalizado que me da pavor porque suele ser la antesala de la profecía autocumplida: si lo crees, lo creas.

Lo que no hay que negar es que estamos viviendo un mercado bajista, pero lo que no creo es que tengamos que irnos mucho más abajo, aunque quién sabe. En estos gráficos de Optuma, podemos comprobar cómo evolucionaron los bear markets de la burbuja puntocom y la gran crisis financiera. Hubo fuertes rebotes antes de tocar fondo:

Según este gráfico de SentimenTrader, la cantidad de artículos que proliferan sobre el mercado bajista es elevadísima:

En esta infografía de Goldman Sachs, se aprecia que los gigantes tecnológicos han borrado todas sus subidas de 2021. Casi todos cotizan a ratios más baratos que muchas acciones value de referencia:

Putin va a acelerar la ansiada transición energética unos cuantos años. Si además observamos cómo lo han hecho las petroleras en comparación con las renovables, parece claro dónde hay una oportunidad de oro ahora:

Cuando veo que ni los inversores más ávidos que conozco se animan a aprovechar las gangas por si esto sigue cayendo, suele ser síntoma de capitulación. ¿Hay alerta de ello? Las valoraciones han trazado el mismo camino desde aproximadamente PER 32 a 16 de la burbuja tecnológica, pero tres veces más rápido en esta ocasión. El PER del S&P 500 está más o menos al mismo nivel que cuando tocó fondo en 2002 como se puede ver en este gráfico de Bloomberg:

¿Y qué están haciendo los insiders, es decir, las propias compañías y sus directivos? Suelen tener una mejor visión de lo que sucede en la empresa para la que trabajan, por lo que podría ser una señal alentadora ver en esta infografía de JP Morgan que están comprando con fuerza, excepto en las compañías energéticas, que están vendiendo (lógicamente) a espuertas:

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Estamos viviendo una época en la que hay negocios que crecen a doble dígito al año con modelos de negocio muy relevantes (con balances y flujos de caja muy interesantes, no hablo de chicharros sin valor) y la gente está vendiendo estas empresas para comprar petróleo.

Para los amantes del value investing y para los que estén muy asustados con la volatilidad del mercado en 2022, sería bueno recordar que Warren Buffett cayó un 48% en 1974. Es más, él mismo reconoció que en 2008 compró demasiado pronto en las caídas, pero pocos años después ya había generado jugosas plusvalías. Si ni siquiera el mejor inversor de la historia acierta cuándo es el momento más barato para comprar, no intentemos hacerlo nosotros, simplemente vayamos aprovechando las gangas que tengan sentido.