El Partido Popular presentó el viernes un paquete de medidas con el belicoso título En defensa de las familias y de la economía española. La parte estelar de la iniciativa de los Populares es un conjunto de propuestas fiscales destinadas a aliviar el shock de oferta negativo sobre los costes de empresas y sobre la renta disponible de las familias causado por el alza de los precios de la energía y de la inflación.

Al mismo tiempo, plantea la necesidad de poner en marcha un programa de consolidación presupuestaria para reducir el binomio déficit-deuda y se plantea la importancia, eterna, de acometer reformas estructurales.

Lo interesante de la propuesta del PP, al margen de su contenido concreto, es su radical diferencia con el enfoque realizado por el Gobierno para atemperar el impacto de la perturbación energética sobre los agentes económicos; esto es, opta por disminuir la carga tributaria soportada por hogares y por las firmas devolviéndoles parte de la recaudación tributaria excepcional obtenida de ellos a causa del aumento de la inflación.

Sin embargo, no es indiferente la forma a través de la cual se articule la rebaja impositiva. En este sentido cabe realizar algunas consideraciones.

Las modificaciones tributarias de carácter temporal no suelen tener efectos expansivos o éstos tienden a ser muy débiles. Las familias y las empresas suelen modificar sus decisiones de gasto e inversión ante los cambios tributarios destinados a permanecer ya que son éstos los que afectan a su renta permanente.

En consecuencia, esta acción no sirve y es básico entenderlo para estimular el consumo privado y la inversión sino para evitar el colapso financiero de las firmas y de los hogares.

Por otra parte, no es justo y bastante populista deflactar las tarifas en unas rentas sí y en otras no, cuando todas proceden del trabajo, y el intento de disminuir la presión fiscal de las sociedades vía incentivos-deducciones en vez de mediante un recorte de tipos es muchos menos eficiente y bastante mas distorsionador.

No es justo y bastante populista deflactar las tarifas en unas rentas sí y en otras no

Por otra parte, subvencionar a "las personas especialmente desprotegidas por el incremento del IPC" es una cantinela que empieza a resultar bastante molesta en un país donde existe una cantidad enorme de programas de rentas para los colectivos más desfavorecidos a escala local, autonómica y nacional, muchos de los cuales se solapan entre si.

Por no hablar, de los potenciales efectos negativos que generan tales como los desincentivos para que sus hipotéticos beneficiarios se incorporen a la actividad laboral o tengan incentivos para mejorar su suerte en ella a través del esfuerzo y del trabajo cuando el escenario económico mejora. Quizá hay quien considere esto poco solidario etc. Ahora bien, conviene recordar, como decía Milton Friedman, que no hay nada tan permanente como los programas temporales de los Gobiernos.

En el capítulo tributario y a modo de muestra de rigor frente a las ocurrencias permanentes de la coalición social-comunista hubiese sido de agradecer que se hubiese incluido una estimación, al menos orientativa,  del coste de las modificaciones impositivas propuestas por el PP.

Dicho esto hay que valorar de forma positiva, la demanda Popular de que el Gobierno diseñe un plan de consolidación presupuestaria a medio plazo en línea con lo exigido también por otras instituciones como la Comisión Europea, el Banco de España o el FMI.

Ahora bien, quizá por prudencia, el texto de los Populares no plantea ninguna orientación de cual podría o debería ser su política de gastos y de ingresos. Eso sí, como se repite siempre, hay que reducir el gasto político que, como es sabido, es insuficiente para recortar el déficit de manera significativa salvo que se considere “político” todo el gasto público. En esa misma línea hay que valorar otro epígrafe eterno, el de la reducción de la burocracia etc.

Tampoco esta mal la reflexión del papel de los Populares sobre la política energética, su cuestionamiento del modelo y del ritmo de transición hacia una economía descarbonizada elaborado por el Gobierno.

El error de haber sacado o estar sacando del mix de generación unas fuentes de energía convencionales y operativas sin tener alternativas capaz de sustituirlas, el apoyo de las interconexiones con Francia etc. Y hay, como es lógico, la inevitable parte de relleno con su clásica retórica: hay que emplear con eficacia y rapidez los Fondos Europeos y otras importantes cosas de ese pelaje...

En definitiva, el nuevo equipo del PP ha presentado un programa cuyo principal atractivo es la música aunque su brillantez se ve bastante aminorada por un estilo bastante más propio de una asesoría o de una gestoría administrativa que de un partido.

Dicho eso, a priori, suena bien y en cualquier caso mucho mejor que la sinfonía macabra interpretada cada vez con mayor intensidad por esa singular orquesta del Titanic en que se ha convertido el Gabinete social-comunista. En cualquier caso habrá que esperar para saber cuales son las grandes directrices programáticas de los Populares en materia socio-económica. Cabría esperar que no digan eso de “todo el mundo sabe cual es el programa económico del PP”.