Dicen que Isidro Fainé repite mucho una frase que utilizaré hoy porque viene al pelo en estos convulsos tiempos: "el bien no hace ruido y el ruido no hace bien". La brecha que existe entre la gestión empresarial y la de los políticos es cada vez más profunda en España. Sin hacer ruido y con 79 años, Fainé acaba de fichar a Pablo Isla para el Patronato de la Fundación La Caixa.

Normalmente, un ejecutivo de esa talla suele pasar a ser patrono desde un cargo de primer nivel ligado a sus cotizadas o sus fundaciones. Pero esta vez no es así. Isla se incorporará a la institución sin hacer ruido y sin querer que los periodistas hagamos segundas lecturas sobre su futuro. Tendremos que esperar, probablemente, al 31 de marzo, cuando abandone Inditex, para tener alguna pista.

Sin embargo, es llamativo que el ejecutivo español más codiciado del momento haya aceptado como primer destino tras su paso por Inditex un cargo en una Fundación que tiene como mandato la continuidad de una Obra Social.

El presidente de Inditex, Pablo Isla.

El presidente de Inditex, Pablo Isla. EP

Con 20.000 millones en activos bajo gestión a través de Criteria (su brazo inversor), la Fundación La Caixa es la más importante de Europa. Su presupuesto para este año será de 515 millones de euros (cinco más que el año pasado) y a sus 79 años, la obsesión de Fainé es que su legado sea garantizar que esa dotación se mantenga durante al menos cinco décadas.

Fainé también ha renovado en su cargo como presidente dentro de una serie de cambios que se completan con la incorporación al patronato del presidente de Telefónica, José María Álvarez Pallete, el empresario ligado a Foment del Trabajo, Joaquín Gay de Montellá, y la notaria Isabel Gabarró, exconsejera de Repsol, catalana y mujer (dato relevante en un patronato demasiado masculino).

Álvarez Pallete es el sucesor natural del patrono saliente César Alierta. El empresario maño acaba de abandonar también la Fundación Telefónica, tras ser ratificado como presidente de Profuturo y patrono de dicha fundación de la operadora. No obstante, con la incorporación del presidente de Telefónica -recién nombrado también presidente de la GSMA- Fainé puede presumir de tener entre sus patronos a dos de los ejecutivos españoles más conocidos internacionalmente.

Mientras, Gay de Montellá sustituirá a Antoni Fitó -que representaba a la Cámara de Comercio de Barcelona, institución que vive horas bajas por culpa del asalto independentista a sus órganos que consumó Joan Canadell en 2019-. También saldrá Javier Solana -que permanece ligado a la institución como presidente de su Comité Científico- y Salvador Alemany -que seguirá siendo presidente de SABA.

Isla se ha dejado convencer por Fainé, que no parece tener intención de jubilarse. La cuestión es que su papel en las participadas de Criteria sigue siendo clave para garantizar -y maximizar- los dividendos de la Fundación.

Ahí está la jugada maestra que preparó para conseguir la absorción de Bankia por parte de CaixaBank. Y la operación que acaba de organizar en Naturgy Francisco Reynés de la mano del directivo de Manresa.

La gestión empresarial ha cambiado mucho desde el origen de la Fundación, en 1904. Ahora hay fondos internacionales compitiendo y no siempre es sencillo mover ficha en los consejos. Sin embargo, con la Operación Géminis, se ha conseguido que Criteria selle la paz con los inversores extranjeros, tras atrincherarse en su accionariado (y con ello, anclar la españolidad de la compañía) ante la OPA parcial de IFM que contaba con el apoyo de CVC y GIP.

Junto a Fainé también ha renovado como vicepresidente Juan José López Burniol.

Con este cambio de guardia, la Fundación rejuvenece su equipo, pero sin sacar de la nave a quienes han navegado en la gestión de estos últimos años. Además, el último samurái (como algunos llaman a Fainé) vuelve a sorprender con su capacidad de persuasión al sumar a Isla al que hasta ahora era su trío de ases (Álvarez-Pallete, Reynés y Gonzalo Gortazar) cuando todavía no ha dejado Inditex.

Una jugada que bien podría ser estudiada por algunos gestores políticos que arrastrando a otro contexto a la frase del presidente de la Fundación, hacen demasiado ruido y no hacen bien.