Mientras las marcas se rompen la cabeza para posicionarse en nuevos entornos como el metaverso y Twitch, algunos eventos televisivos todavía gozan de un enorme impacto publicitario, como demostró la reciente final de la Super Bowl en EEUU. Aunque no tengo ni idea de qué equipos jugaron, sé perfectamente qué empresas gastaron millones para aparecer en sus pausas publicitarias.

Más allá de lo que vendían, los 64 anuncios emitidos dejaron claras dos cosas: que la tecnología está cada vez más presente en nuestras vidas y que el sector de las criptomonedas está apostándolo todo para convertirlas en un producto de consumo masivo, a pesar de (o gracias a) que casi nadie las entiende.

Además de la presencia de gigantes tecnológicos como Amazon, Meta y Salesforce, los spots de este año incluyeron cuatro relacionados con el sector cripto. Puede que no parezcan muchos, pero la competición nunca había mostrado publicidad de este tipo en toda su historia, lo que refleja la fuerza de esta nueva tendencia.

No obstante, lo más llamativo no fue su debut sino el hecho de que ninguno de los anuncios explicó absolutamente nada sobre lo que vendía. Para que se haga una idea, el de la plataforma de intercambio Coinbase, que duró la friolera de un minuto, se limitó a mostrar un código QR que redirigía a su web para regalar 15 dólares en bitcoins a los nuevos usuarios.

Pero ¿qué mensaje transmitía sobre las posibilidades de su producto? Al igual que los otros tres: ninguno. El resto de criptoanunciantes, abanderados por estrellas como LeBron James, se centraron en la idea de 'no perder el carro del futuro'. "Si quieres hacer historia, tienes que tomar tus propias decisiones", decía uno. "No te pierdas el próximo gran avance", concluía otro.

¿Por qué el mundo cripto representa el próximo gran avance? ¿Cómo va a hacer historia? Y, lo que es más importante, ¿para qué sirve y cuáles son sus riesgos? A eso no contestaron, lo único que ofrecieron fue la vaga promesa de un futuro incierto. Animaron a la gente a invertir en criptomonedas, pero ¿para qué? ¿a cambio de qué?

¿Por qué el mundo cripto representa el próximo gran avance?

Vale que los anuncios no están obligados a contener un componente informativo, pero al menos deberían dejar claro qué venden y qué ofrecen a cambio. Y más aún cuando el producto en cuestión está plagado de incógnitas, estafas y desinformación.

Los fraudes y las dudas han llegado a tal nivel que justo hoy la Comisión Nacional del Mercado de Valores puede a empezar a vigilar las campañas publicitarias masivas de criptomonedas en España. Este nuevo poder aspira a lograr una criptopublicidad "clara, equilibrada, imparcial y no engañosa", así que me pregunto cuántos de los cuatro anuncios de la Super Bowl hubieran pasado el corte.

Esta supervisión se vuelve especialmente importante cuando se analiza el perfil mayoritario de los compradores de criptomonedas: chicos jóvenes. Seducidos por influencers y una publicidad cada vez más agresiva, el 43 % de los hombres estadounidenses de entre 18 y 29 años ha usado algún tipo de criptomoneda, a pesar de que su tasa de uso general solo alcanza al 16 % de su población.

Con esta demografía, cualquiera diría que las criptomonedas son el nuevo producto cool, la nueva Coca-Cola, la nueva marca de moda en la que gastar la paga. Sin embargo, en realidad se trata de "un campo muy difícil de entender", afirma el economista Tyler Cowen en una reciente entrevista con Tech Crunch.

Aunque él mismo se autodenomina "criptoptimista", advierte que la mayoría de los economistas no comprenden la tecnología y que, de hecho, se trata de un avance más computacional que económico. A pesar de sus más de 10 años de historia, ni siquiera Bitcoin, la reina indiscutible del sector, ha logrado masificarse como forma de pago.

El optimismo de Cowen reside en las cadenas de bloques que sustentan las criptomonedas y cuyo potencial sí es inmenso. Pero una cosa es que blockchain pueda habilitar servicios útiles, como los contratos inteligentes, y reducir la dependencia de los bancos, y otra, que cada nueva moneda criptográfica y cada plataforma de intercambio hayan venido para quedarse.

Por eso, los anuncios de criptomonedas cada vez me recuerdan más a los de las casas de apuestas: usan a famosos para prometer ganancias rápidas de forma entretenida mientras obvian todos sus riegos asociados y su funcionamiento.

Ya sea la ludopatía o el reguero de estafados que las criptomonedas han dejado por delante, es importante ser consciente de dónde, por qué y para qué se arriesga el dinero. Y recuerde: que salga en la tele, en la Super Bowl o en el metaverso no significa que sea seguro, y que lo venda un famoso, tampoco.